Columna Opinión Económica y Universitaria.
Dr. Jorge A. Lera Mejía.
Las lluvias extraordinarias provocadas por la tormenta tropical Barry en el sur de Tamaulipas han puesto a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades locales y estatales, así como de las instituciones educativas. En Altamira, bajo el liderazgo del presidente municipal Armando Martínez Manríquez, y con la colaboración de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), encabezada por el rector Dámaso Anaya Alvarado, se han implementado diversas acciones para atenuar el impacto de este fenómeno meteorológico en la región.
El gobierno municipal de Altamira, consciente de la vulnerabilidad de la zona ante lluvias intensas debido a su ubicación junto al río Tamesí y el sistema lagunario Champayán, reforzó la vigilancia y prevención en comunidades ribereñas y zonas bajas desde antes del arribo de Barry. Se llevaron a cabo sesiones extraordinarias del Consejo Estatal de Protección Civil, donde el alcalde Armando Martínez Manríquez alertó sobre el riesgo inminente y coordinó la extracción de más de 790 mil metros cúbicos de azolve en cuerpos de agua, una medida crucial para mejorar la capacidad hidráulica y reducir el riesgo de inundaciones.
Durante la emergencia, el municipio mantuvo operativos permanentes en las zonas más vulnerables, activando programas de ayuda alimentaria para comunidades pesqueras y asentamientos a la orilla del río, que suelen ser los primeros afectados. Además, se exhortó a la población a mantenerse informada a través de fuentes oficiales y a seguir las recomendaciones de Protección Civil, priorizando la prevención y la seguridad ciudadana.
En coordinación con autoridades federales, estatales, militares y de Protección Civil, se realizaron recorridos para evaluar daños y detectar necesidades específicas, lo que permitió una respuesta inmediata y focalizada. Se activaron refugios temporales y se evacuó preventivamente a personas en riesgo, garantizando la atención a quienes lo requerían.
La UAT, bajo la rectoría de Dámaso Anaya Alvarado, se sumó activamente al esfuerzo de apoyo a la población afectada. Desde el inicio de la contingencia, la universidad puso a disposición sus instalaciones, habilitando el gimnasio universitario como albergue temporal para damnificados, lo que permitió brindar resguardo y atención básica a quienes tuvieron que abandonar sus hogares.
Asimismo, la UAT organizó brigadas médicas y de asistencia social, integradas por estudiantes y personal universitario, para llevar atención médica, víveres y agua potable a las comunidades más afectadas. El rector Dámaso Anaya Alvarado destacó que la universidad está lista para colaborar en todas las acciones que determine la Coordinación Estatal de Protección Civil, subrayando el compromiso social de la institución en momentos críticos.
La participación de la UAT no solo se limitó a la entrega de insumos y servicios médicos, sino que también implicó la evaluación constante de necesidades en campo y la disposición de recursos humanos y materiales para fortalecer la respuesta institucional ante la emergencia.
Gracias a la suma de esfuerzos entre el gobierno municipal, la UAT y otras instancias, se logró mitigar el impacto de las lluvias: se protegió la integridad de la población, se atendieron de inmediato las afectaciones en viviendas y se restauraron servicios básicos como energía eléctrica y agua potable en las zonas más impactadas. Las acciones coordinadas permitieron que, a pesar de la magnitud de las precipitaciones y el aumento en los niveles de los ríos, no se reportaran pérdidas humanas ni daños estructurales graves en viviendas.
Sin embargo, el reto persiste: la región debe continuar fortaleciendo su infraestructura hidráulica, los sistemas de alerta temprana y la cultura de prevención ciudadana para enfrentar futuros eventos climáticos extremos. La experiencia reciente demuestra que la coordinación interinstitucional y el compromiso social son claves para proteger a la población y reducir la vulnerabilidad ante desastres naturales.