LOS HECHOS
POR José Inés Figueroa Vitela

Ya sabemos que el Coronel no tiene quién le escriba, pero al General, le llueven –
sin alegorías al temporal- las cartas.
Modernizar el sistema integral de seguridad pública no es un tema de moda; más
bien se trata de un imperativo para llegar pronto a las metas aspiradas por todos y
mantenerse en ellas.
El General, al que le gustaba más que le llamaran por sus títulos civiles, cumplió un
ciclo al frente de la Secretaría.
SERGIO HERNANDO CHÁVEZ GARCÍA, abonó a la seguridad de Tamaulipas,
mientras reorganizó la fuerza de tarea, poniendo fin a las historias de terror
características del pasado mediato.
Y cuando, las más de las veces, los delitos de alto impacto tuvieron consecuencias
para sus autores, a quienes se persiguió hasta poner a buen resguardo.
Eso recuperó la tranquilidad y sobresalto que embarga a los ciudadanos, cada que
se comete un delito que muestra la vulnerabilidad social, suponiendo un estado de
indefensión y riesgo, mientras no se dan las respuestas institucionales.
Pero a la Secretaría de SERGIO HERNANDO le faltó inteligencia, estrategia de
prevención y previsión a las expresiones del delito, para acotar el desdoblamiento de
los delincuentes.
Y la disciplina se empezó a relajar en algún reducto, en cuanto se ampliaron las
facultades viales de la institución armada del estado.
El General Secretario no vio las señales que en sobre cerrado le llegaron, y así se
quedaron, sobre lo que se veía venir y vino puntualmente.
La reaparición de grupos de extorsionadores cobrando cuotas a las actividades
productivas, que llegaron por la costa, era el inicio de una escalada, conocida en el
pasado, donde el producto de los cobros ilegales iría al incremento en la capacidad de
fuego y en la base operativa delincuencial para multiplicar ganancias.
De similar ruta, fue la aparición de grupos proscritos, de unas y otras corrientes, en
entrenamiento en la zona centro-noreste, que igual reportaban los lugareños, a los que
alguna embestida aislada se dio en “topones” fortuitos.

Atajar en su origen tales fuentes de inestabilidad, habría sido mucho más sencillo,
barato y contundente, para las instituciones del Estado, que hacerlo cuando, sin
haberse dejado consolidar, sí se ha diseminado.
En el campo de sus responsabilidades, el General CHÁVEZ GARCÍA sí
transformó las tareas de pacificación del Estado y dio paso a un renovados estadios,
muy por encima del estado delincuencial característico del pasado sexenio, pero llegó
a su límite con algunas tareas por cumplir.
Ahora es al General CARLOS ARTURO PANCARDO ESCUDERO, el recién
nombrado Secretario de Seguridad Pública del Estado, a quien toca retomar la batuta,
mantener lo que se hizo bien y avanzar en renovadas estrategias, con inteligencia y
disciplina, para llevar a feliz puerto la pacificación total del Estado.
La inminente renovación del Poder Judicial y la siguiente revisión a la estructura de
la Fiscalía General de Justicia, que han sido pesados lastres, se antojan superables
pronto, para, combatiendo la impunidad y la simulación, dar un frente amplio de
combate al delito, generador de violencia e intranquilidad social.
Recuperar el monopolio de las armas para el Estado, es tan elemental como generar
las condiciones para la consecución de proyectos dignos de vida, en los que ya existe
un buen trecho avanzado.
Con que cada quien haga la parte que le corresponde, en el ámbito de sus
responsabilidades, dentro del sector público, se va generando la confianza que anima
a lo que el Gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA ha denominado una
“sociedad colaborativa y participativa”.
Esa empatía y solidaridad para con quienes menos tienen, entre la misma sociedad,
es consecuencia decía, de la confianza que también descansa en la honestidad y
transparencia de quienes ejercen el poder público.
Porque así como las estructuras intermedias se ha sumado al saqueo en el pasado,
viendo que “los de arriba” se despachan con la cuchara grande, a la vista de los
gobernantes ejerciendo con honestidad y valores, sus subalternos actuarán en
consecuencia, o asumirán las consecuencias.
Celebrar que al prójimo la va bien, porque es muy probable que si a él le va bien, a
ti también te vaya bien, otra de las máximas del americanismo, pasa por aquella
premisa del honesto acceso al bienestar y la prosperidad. 
La segunda mitad del sexenio dará mayores respuestas, veremos… y también
diremos.