CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
Indignación, impotencia y preocupación, son los sentimientos que hoy dominan a alrededor de 12 mil 700 de trabajadores del sector salud en Tamaulipas. Y no es para menos: de buenas a primeras, sin previo aviso, les suspendieron la compensación salarial que durante años formó parte de su ingreso mensual.
La medida, arbitraria e injustificada, ha encendido las alarmas en hospitales y clínicas. Y con razón.
Hasta donde hemos podido indagar, la decisión proviene de la estructura del IMSS Bienestar, que asumió el control del sistema estatal de salud. Pero lejos de garantizar mejoras, el nuevo esquema ha comenzado sembrando caos y molestia.
El bolsillo es sagrado. Meterse con él, sobre todo con una prestación adquirida a lo largo del tiempo, es un error garrafal. Es atentar contra la dignidad y la estabilidad de quienes sostienen, día a día, los servicios de salud pública.
La gravedad del asunto se acentúa cuando se descubre que la Secretaría de Salud del Estado ya había hecho su parte: transfirió al IMSS Bienestar todos los recursos presupuestales, incluyendo los destinados al pago de compensaciones.
Es decir, el dinero está. Lo que no hay es voluntad —o capacidad— para respetar los derechos laborales. Y eso convierte el problema en una bomba de tiempo que podría estallarle en las manos al delegado del IMSS Bienestar, el doctor Margid Rodríguez.
¿O acaso alguien cree que los trabajadores se van a resignar a perder una parte tan importante de su ingreso, sin pelear por él?
Los primeros reclamos ya comenzaron. En grupos de mensajería, en asambleas improvisadas y en redes sociales, el descontento crece. Si el gobierno federal no actúa de inmediato, el conflicto podría escalar a niveles incontrolables.
Alegar que no hay recursos disponibles sería, además de absurdo, una mentira flagrante. El presupuesto para ese concepto fue etiquetado desde el origen. Entonces, ¿dónde quedó el dinero? ¿A quién benefició su desaparición? ¿Quién se lo robó?
Estas preguntas no son exageradas ni malintencionadas. Son las que se hacen cientos de trabajadores hoy, mientras hacen cuentas para ver cómo enfrentar el mes sin ese ingreso que ya no llegó.
Peor aún: la inconformidad por la compensación perdida podría destapar una cloaca de irregularidades que, se dice en voz baja, han comenzado a proliferar dentro del IMSS Bienestar en Tamaulipas.
Ahí está, por ejemplo, el tema de la presunta venta de plazas. Nadie se atreve aún a denunciar formalmente, pero hay demasiadas versiones coincidentes como para ignorarlas.
En vez de consolidar un sistema de salud más eficiente y humano, el IMSS Bienestar está empezando su historia en Tamaulipas con una mancha grave. Una mancha que podría crecer si no se actúa con seriedad y rapidez.
Los trabajadores no están solos. La sociedad también debe levantar la voz. Porque si hoy les arrebatan a ellos un derecho, mañana pueden venir por los nuestros.
El desmantelamiento silencioso de conquistas laborales no puede pasar desapercibido. Menos aún cuando se hace en nombre de un supuesto bienestar que nadie ve.
Mientras tanto, los afectados seguirán preguntando con razón: ¿Quién se robó la compensación?
Y más pronto que tarde, alguien tendrá que responder.
ASI ANDAN LAS COSAS.