DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.

La política esta concebida como el arte de gobernar a los Estados. Como la sociedad es
plural, hay de todo, ricos, pobres, clase media; pero también hay una enorme variedad de
intereses políticos como ideológicos, luego entonces el Estado, quienes los dirigen, tienen
que lograr consenso entre las partes… claro, si es un gobierno democrático; si es
autoritario, solamente toma la decisión y la impone, no escucha para nada a las minorías. Es
la ley del más fuerte.
Estamos viviendo momentos inéditos en la política: los gobiernos procuran lo menos que se
pueda negociar, entiéndase la camarilla en el poder; hacen negociaciones cuando, de los
otros, requieren determinadas cosas. Vale recordar que Trump escribió un libro sobre el
Arte de negociar: su método es sencillo, amenazar, echar miedo, y a partir de ahí va
modificando su actitud. El caso de los aranceles o el de Irán lo muestra: amenazar y
cumplir la amenaza.
PROPOSITO DE NEGOCIAR.
En la teoría negociar es lograr un acuerdo entre las partes; cuyos resultados sean los menos
negativos para las partes. Si la decisión es unilateral, no es acuerdo, consenso menos
negociación. Un día Humberto Hinojosa (+), mejor conocido como El Oso, me dio un
ejemplo. Recibió en su despacho a las partes de un conflicto escolar, les dijo: el problema
ustedes lo crearon, ustedes lo conocen. Voy a una entrevista, regreso en una hora, espero
tengan un acuerdo, si no es así, yo tomo la decisión y se aguantan. El problema se resolvió.
Para unos la política no es un proceso de negociación. Es una relación de fuerza, donde el
mas poderoso impone sus reglas y sus leyes, castigos y premios. Vista de esta manera, la
política es una imposición: la cuestión es lo que sucede, o debe suceder, en un contexto
democrático, donde se respetan a las minorías. Por ejemplo, AMLO como presidente
siempre dijo que era democrático; pero nunca tuvo capacidad para dialogar con la
oposición. Nunca acudió ante los diputados federales, ni ante los senadores; para que no
fueran a golpear, a lastimar, su investidura presidencial: y sus colaboradores, sobre todos
los militares, nunca acudieron a comparecer ante el pueblo, ante sus representantes.
POSICION DE FUERZA.
Quien tiene una posición de fuerza, difícilmente negocia. Fue el caso de AMLO.
Recordemos que los diputados y senadores aprobaron todas sus iniciativas, sin quitar una
coma, porque era un honor estar con Obrador. El mejor caso que evidencia la no
negociación fue el nombramiento de la presidenta del INE: Guadalupe Taide. En las
negociaciones la oposición buscó eliminar a la candidata de MORENA; y se fueron a la
tómbola, para no negociar, porque bien que lo sabía, era imposible que saliera un candidato
de la oposición.

Otro ejemplo, para demostrar quien gobernaba, fue la cancelación de la construcción del
aeropuerto en Texcoco: con el pretexto de que era una obra suntuaria, muy lujosa, y además
había mucha corrupción lo cancelo. Para separar la política de la economía…a la postre, el
AIFA no ha funcionado y ahora el AICM tiene que ser reconstruido. Dice EPN que nunca
se comprobó los actos de corrupción, no se detuvo ni enjuicio a nadie.
NARCOTERRORISTAS.
Noticia bomba: la fiscalía gringa cancela acusaciones en contra de Ovidio Guzmán. Todo
es consecuencia de una negociación: se cancelan acusaciones de NY y en la de Chicago se
declarará culpable. Es consecuencia de una negociación, se presume, se convertirá en un
testigo protegido, le darán una sentencia mínima de acuerdo a los cargos. El caso es que,
con todo esto, la pregunta clave es: en la negociación que entrego u ofreció al gobierno de
los Estados Unidos… se presume información privilegiada que, tarde o temprano, puede
impactar en la clase política en el poder en nuestro país.
Tiene razón la presidenta CSP: Estados Unidos está jugando sucio, porque de siempre, su
política ha sido la de no negociar con terrorista; y Trump, en una de sus primeras acciones,
fue declarar terroristas a los grupos o carteles del narcotráfico, alegando que son una
amenaza para la seguridad nacional de su país. El caso es que Trump, un día si y otro
también, golpea a México en su afán de cumplir sus objetivos… ya es tiempo de que la
presidenta acepte, reconozca, que Trump no tiene límites, no tiene llenadera.