DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO
Estoy convencido: viajar ayuda mucho, a entender cosas de la vida, como eso de la
comunicación intercultural. Pero, además, siempre nos dicen, los viajes ilustran. Y claro,
siempre que se puede hay que viajar, no solo a visitar a los familiares, también de
recreación o por otros tipos de motivos. Lo importante es salir del patio y conocer otras
realidades. Claro, no todos pueden hacerlo, toda vez que no es gratis ni es barato.
A lo largo de mi vida he viajado, no como yo quisiera, pero si lo suficiente para darme
cuenta que viajar a otros lugares es conocer otra forma de vida; otras culturas, pero también
te da oportunidad para que, en diversos contextos, ir valorando lo que se tiene y lo que se
va perdiendo. Es lo que me sucedió este fin de semana: fui a Nuevo Laredo a la reunión
trimestral del grupo liberal tamaulipeco; me reencontré con colegas y compartí el pan y la
sal con mis hermanos.
¿ESTA LEJOS?
Siempre que hay la necesidad de viajar uno se pregunta: ¿Qué tan lejos esta? Y recuerdo
que, hace tiempo, alguien me explico: todo depende del lugar a donde vayas. Si vas en
carro, bicicleta o en autobús, o en avión. El tipo de vehículo acorta las distancias, y también
las vías de comunicación. Ahora que fui a Nuevo Laredo investigué las rutas, solo conocía
la que atravesaba Monterrey, y los amigos me dieron otras rutas: total, unos hacen 4.30
horas en carro.
Como el grupo, éramos cinco, ya todos de mi generación y otros con unos pocos años más,
pues nadie se animo a ir en carro. Así que optamos irnos en autobús. El recorrido fue
tranquilo, de ida con paradas en Linares y Monterrey; de regreso, solo en Monterrey. La
cuestión fue la línea y allá, el hotel. Y es que, estamos acostumbrados a una evolución de
los medios de transporte para viajar. Y es que, tenemos que entenderlo, hay de niveles y de
diferente clase, lo que impacta en el costo.
VIAJAR EN EL TIEMPO.
De niño, allá en Campoamor cuando viajaba de un ejido a otro, o había que ir a El Barretal
o al Viejo Padilla, para ir rápido se viajaba en caballo; a veces, en carreta, cuando se asistía
a fiestas ejidales, porque se juntaba la familia y otros, había cupo lleno. Para viajar a
Victoria había dos formas: con don Juan Guerrero, comerciante que recorría los ejidos
ofreciendo verduras… de copiloto o de plano en la caja; y la otra con los Martínez, cuya
oficina estaba en el 6 Morelos y luego se cambió al 5 Juárez.
Hoy todo ha cambiado: se viaja en carro, en autobús o en avión. Cuando hice mis estudios
de maestría en Monterrey, duro dos años, en los últimos seis meses viajé a Monterrey los
martes, salía a las 14 horas y de regreso a las 10.30 pm; igual los viernes, a las 14 horas y
regresar por la noche o hasta el día siguiente. Fue por Senda y por Transpais. En la
evolución de los autobuses: las pantallas para ver, todos, la misma película, hasta la
moderna: pantallas individuales, películas, música, caricaturas, entre otras cosas. Con usb
para conectar audífonos o cargas los celulares.
DETERIORO NORMAL.
Mi viaje a Nuevo Laredo fue fantástico. Me permitió recrear mi vida universitaria puesto
que converse con colegas universitarios. Pero lo que quiero enfatizar es que, para nosotros,
el tiempo nos muestra sus señales: todos ya con mas años, casi todos jubilados. Mi sorpresa
es que los autobuses Senda, de aquella época hagan de cuenta, ahí están dando servicio con
limitaciones materiales: todavía traen las pantallas de televisión, como un florero, porque
no sirven, el operador ni la ofrece.
No hay queja de los operadores. Amables, serviciales, solo hacen su trabajo. Al salir
anuncian la ruta y los servicios que ofrecen: asientos reclinables, aire acondicionado y
conectores para celular o tabletas. La cuestión es que, estos últimos, hagan de cuenta, unos
funcionaban y otros no. Tanto en la ida como de regreso, mas de tres clientes fueron a
hablar con el chofer, requerían conectar su celular para poder usarlo.
En los diferentes viajes, tanto locales, nacionales como al extranjero, los hoteles ofrecen un
servicio, por lo regular, de primera: antes, por ejemplo, había un nuevo testamento
pequeño, como un bloc de notas y una pluma publicitaria. Pues bien, llegue al Fiesta In y
mi sorpresa fue doble: no había toallas en el baño, tome el teléfono para llamar a recepción
y solicitarlas y nada, no había tono: no servía… tuve que ir a recepción dos veces para que
me dotaran de las mismas.
POBREZA FRANCISCANA.
Me puse a pensar en los dos hechos: y llegué solo a una conclusión. Los autobuses como el
hotel ya están en pobreza franciscana: para ahorrar dinero, no lastimar las ganancias,
prefieren dejar que las cosas vayan cayendo por su propio peso. El autobús, reitero,
funciono bien, pero el hecho que traiga pantallas de tv indica el grado de obsolescencia y la
necesidad de modernízalo para ser competitivos. Igual, en el Hotel: la falta de toallas es
descuido de la camarera o, al menos, que no tengan las suficientes; y el teléfono, puede ser
cambiar un cable a menos que sea una falla generalizada.