La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
La exsecretaria de Educación de Tamaulipas, Lucía Aimé Castillo Pastor; el secretario de Salud, Vicente Joel Hernández Navarro y sus más cercanos colaboradores; el director de Cultura, Héctor Romero Lecanda; y el exdirector del Deporte, Manuel Raga Navarro, están bajo escrutinio de los órganos fiscalizadores del estado por el desaseado manejo de los presupuestos que les fueron asignados.
El que tiene mayormente documentado el mal uso de los recursos públicos es el doctor, Hernández Navarro y su socia Nora N: más de 300 millones de pesos que no aparecen y menos los instrumentos que el evasivo proveedor debió haber entregado al Sector Salud.
Hace meses que la indagatoria está en marcha.
Es mucho dinero para que los ladrones de cuello y bata blancos puedan esconder.
Se puede decir, que si la justicia marcha como debiera este grupo de farsantes de la medicina estarían cesados y entabicados.
Llevan más de tres meses que se denunció la malversación en este noble sector y es fecha de que no camina esa famosa investigación.
Castillo Pastor es señalada por profesores como la responsable de escamotearles salarios, plazas y horas.
Igual que Vicente, no la han molestado ni con el pétalo de una rosa.
Es más: ejerce un empleo de los más jugosos del sistema educativo.
Se auto adjudicó una plaza de investigadora, sin contar con los requisitos exigidos por la norma de la institución. Pasó de secretaria de la SET a aviadora con pagos que no los tienen ni los verdaderos investigadores.
¿Cuánto se habrá pillado Lucía Aimé en tres años de ejercicio ilícito más los que faltan como investigadora patito?
Pocas veces como ésta, se habían mostrado en el sector, tan abiertamente los estropicios de la dama en cuestión.
Es acaso la servidora pública, que más ha manchado la IV T en Tamaulipas.
El puro pus.
También se llevó al baile al Segundo Piso de ese movimiento: la presidenta Claudia Sheinbaum, no alcanzó a ver el desastre educativo al que llevó a la entidad la exsecretaria.
Esta área gubernamental, sí que se pudrió.
Romero Lecanda es otro elemento que mucho ha contribuido a la estupefacción de los ciudadanos ante el nulo quehacer cultural que ha realizado. Ha sido dinero tirado al caño, el presupuesto que se le ha asignado para el impulso de la cultura y las artes.
Varios de los auténticos promotores culturales, han sido despedidos.
Raga Navarro dejó un desastre en el deporte tamaulipeco.
No aclaró los faltantes de presupuesto en su gestión.
Como regalo, se le cambió a otro cargo burocrático donde hace lo mismo que en deporte: nada.
Lucía Aimé, Vicente Hernández, Raga y Romero Lecanda, son el póker del oprobio de la IV T tamaulipeca.