La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
Posiblemente Tamaulipas, tiene un detestable récord en el país: dos gobernadores encarcelados por graves delitos y otro, huyendo de la justicia por similares motivos. Nada para presumir de esos miembros de nuestra sociedad.
¿Qué hizo caer en tentación a esos personajes, para echarse en manos de los poderes fácticos de la región?
Indudablemente: los beneficios inmediatos de esas conductas reprochables.
Dinero a pasto y poder sin reticencias.
¿Qué coincidencias tienen los tres exgobernadores?
Primero: son hijos del sistema neoliberal.
Segundo: fueron educados en escuelas prestigiosas de carácter privado.
El neoliberalismo creó centros educativos donde se adora el mercado y se sataniza al Estado; eso genera una mentalidad que, en el fondo, liquida los principios éticos de la política. No es el bienestar social quien domina; es la acumulación sin freno de capital, soslayando a segundo plano la política como herramienta para el desarrollo de las comunidades.
Aunque no lo parezca: la óptica neoliberal, erosiona la óptica social como uno de los fines de la producción, creando la idea de que ésta tiene como objetivo alimentar el mercado que es el motor del crecimiento y el desarrollo.
Ese debilitamiento de la moral individual abrió las puertas del infierno de nuestros servidores públicos.
¿Para qué gobernar para todos y no para el mercado, que controlan unos cuantos?
Privatizar fue una de sus formas de gobierno enseñadas en la escuela privada; lo público, representaba un elemento torcido: toda empresa era corrupta y por lo tanto ineficiente si pertenecía al Estado.
Nunca como en esta época de canonización del mercado, Tamaulipas, vivió los más monumentales saqueos y desvalijamientos. Nunca, los políticos se habían llenado tanto los bolsillos con dinero de la sociedad.
De Manuel Cavazos Lerma hasta Francisco García Cabeza de Vaca -sí: el PRIAN- se vio un marcado desdén por los problemas sociales. Cinco gobernadores, que privilegiaron a sus amigos y a sus familias, olvidándose del pueblo tamaulipeco.
Fueron treinta años de atraso.
Tres décadas perdidas.
Cinco sexenios de saqueo.
La escuela privada los equipó -no todos los egresados son igual, reconozcámoslo- para el ejercicio de gobierno como un negocio.
¿Qué beneficios voy a obtener del gasto público, para mi proyecto privado?
La pobreza es una insensible cifra que se mide para probar la eficiencia del mercado; y no más.
Esa forma de gobernar es tan permeable, que hasta en la IV T y su Segundo Piso, tiene expositores en territorio tamaulipeco.
¿Podremos construir un futuro mejor?