DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.
Cuando realice una investigación sobre la formación de la opinión publica me tope con una
novela: Las Relaciones Peligrosas, escrito por Pierre Choderlos de Lacios. Es una novela
epistolar y a través de las cartas se puede observar los valores y antivalores de una
sociedad; los dos personajes principales desarrollan, hagan de cuenta, una competencia de
manipulación, de amoríos, de venganzas… y la explicación de relaciones peligrosas es por
eso: porque unos y otros tienen una imagen ante la sociedad: hagan de cuenta, aquello de,
dime con quien andas y te diré quién eres.
Cada uno de nosotros desarrollamos un conjunto de relaciones: familiares, laborales,
amorosas, de amistad, políticas, de negocios y en esos procesos se da forma a que, entre
nosotros, van apareciendo explicaciones de conductas: unos pueden ser agresivos, otros
tranquilos; unos ambiciosos, otros soberbios o vanidosos; unos responsables, otros
irresponsables. Hay entre estas relaciones, unas que adquieren otra connotación: de
corrupción, de compadrazgo, de complicidades en acciones que violan la norma legal.
RELACIONES DE COMPLICIDAD.
Quienes trabajan en gobierno desarrollan diferentes tipos de relaciones. Unas internas, que
son relaciones laborales: relaciones de autoridad, con los jefes superiores; de cooperación
con sus compañeros de trabajo. Hacia el exterior, esencialmente los jefes, los que tienen
poder de firma, desarrollan relaciones con usuarios de los servicios que se prestan, unas con
gente del pueblo, otras con proveedores de productos y servicios: con estos últimos, de
siempre, se han manejado las relaciones de complicidad o de contubernio: son para robar al
erario, para traficar influencias, para conceder contratos.
La corrupción gubernamental se ha documentado, por eso, nació la auditoria, la función
pública, la rendición de cuentas, la transparencia y el acceso a la información. Y el mejor
ejemplo de complicidades, o de relaciones peligrosas, es el proceso de compras de
medicinas. En ese proceso, recuérdese, se da el desabasto de medicinas, se han cancelado
operaciones de compra por vicios en los procesos… Y si vamos mas allá, recuérdese, el
caso del delegado del IMSS en la entidad: los enterados apuntan a que todo fue por el
negocio de las medicinas, que hay mucho dinero bailando… pero, por otra parte, no olviden
que la 4T afirma que no roban, no engañan ni traicionan al pueblo.
CAMARILLAS DEL PODER.
El reclutamiento político en un país, digamos subdesarrollado con una democracia
incipiente, tiene como base la familia y los amigos. Le achacan a AMLO que el prefería
disponer en un cargo a un amigo, a un experto o especialista que no lo fuera. Por eso,
entiéndase, un ingeniero agrónomo fue el director general de PEMEX. La historia política
del poder en México registra que fue en el gobierno de Miguel Alemán Valdés cuando se
observa cómo, un grupo de amigos, se reparte en los puestos de poder y en los cuales era
fácil hacer negocios, enriquecerse. Y en la época priista, cada sexenio, había nuevos ricos.
Un análisis de la integración del gabinete de AMLO, sin menoscabo de los que llegaron
como arribistas, fue descubierto por Elena Chávez en su libro El rey del cash. Quizá sea
muy temprano para que eso reviente, pero los datos de personas muestran un camino: la
pobreza franciscana fue, para muchos, un slogan: la boda de Santiago Nieto, la de Cesar
Yáñez, los trafiques y propiedades de Roció Nahle y no se diga las historias como han
multiplicado sus negocios los amigos cercanos al poder, sobre todo con las obras metas de
AMLO.
COMPLICIDADES PELIGROSAS.
En los últimos sexenios, los que van del presente siglo, se han desarrollado y fortalecido
relaciones mas peligrosas: las que vinculan al poder político con la delincuencia
organizada. Basta recordar como Mario Villanueva, que gobernó Quintana Roo, fue
condenado por su contubernio con narcotraficantes. SE tiene que incluir al fiscal de
Nayarit, Edgar Veytia, fue procesado en los Estados Unidos y hasta fue testigo de cargo en
contra de Genaro García Luna, que fue secretario de Seguridad Publica, que espera
sentencia. Difícil, imposible, negar que en México hay contubernio de ciertos sectores del
poder con el narcotráfico o la delincuencia organizada.
Hay hechos que no se pueden soslayar. Un diputado federal, por Matamoros, un día declaro
que en su tierra habían negociado con los traficantes para que pasaran de largo; al paso del
tiempo, el presidente municipal se convirtió en gobernador y ya cumplió condena en
Estados Unidos por aceptar sobornos de la delincuencia organizada. Con todos estos
antecedentes ni como responder airadamente a las acusaciones que hace Estados Unidos, de
que hay políticos, servidores públicos (gobernantes) involucrados en relaciones sumamente
peligrosas. Que le quiten la visa a un presidente municipal, luego a una gobernadora,
aunque no haya explicación de los motivos, se asume que allá, de aquel lado del rio,
piensan que no son honorables y actúan en consecuencia.
LOS HECHOS DELATAN.
En eso de las relaciones, de que unos y otros se conocen, los hechos hablan: la vida de una
persona va acompañada de una fama publica que se refuerza con los hechos en los que es
protagonista. En plan chusco la vox populli afirma que hay cosas que no se pueden ocultar:
lo tonto, unos dicen que pendejo, ni la riqueza… no todos pueden evidenciar que se sacaron
la lotería o recibieron una herencia de la abuelita.