LOS HECHOS
POR José Inés Figueroa Vitela

¿Y si sí le quitaron la visa para entrar a Estados Unidos al alcalde matamorense
BETO GRANADOS?
Dicen en el pueblo que lo más cercano a algo eventualmente torcido en su haber, es
la relación laboral de los mayores con la muy cuestionada agencia aduanal de LUIS
BIASI.
Pero luego resulta, en las mismas fuentes, que la campaña de desprestigio en contra
del edil y su administración morenista tiene raíces muy firmes en la exalcaldesa y
contrincante panista derrotada, LETICIA SALAZAR VÁZQUEZ y en su presunta
pareja sentimental, el mentado BIASI, por medios propios.
Luego entonces, el pretendido retiro de la identificación migratoria, podría tener
otras motivaciones, incluidas cosas tan simples como el constante cruce de la línea
fronteriza.
Eso que en la nueva era TRUMP se ha elevado a motivo de sospecha y cancelación
de los permisos en el cruce internacional, sobre los que abundan las quejas y
denuncias.
¿Venganza?, ¿actos anticipados de campaña?, ¿sucesión adelantada?, ¿pernocta con
el enemigo?, ¿casualidad?, ¿causalidad?, ¿terceros interesados?
En cualquier circunstancia, “el edil que voz matáis, parece gozar de cabal salud” se
sigue diciendo allá, aunque sea de dientes para afuera.
En la recta final, de la primera mitad del periodo de campañas dentro del proceso
de la elección judicial, las autoridades centrales parecen seguir empeñadas en poner
piedras en el camino, con la esperanza de que la elección parezca un fracaso.
Los aspirante a jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministros y ministras,
siguen buscando la forma de sortear las incontables trabas que les impiden
promocionar sus aspiraciones.
En el colmo del entrampamiento, hasta a los ciudadanos y a los medios de
comunicación siguen pretendiendo maniatar, para evitar que puedan darse a conocer
los aspirantes y definir el sentido del sufragio.
La última del INE fue advertir que, si los candidatos van a un evento con cualquiera

agrupación, pueden ser eliminados de la contienda, si la misma audiencia no se reúne
forzosamente con los demás aspirantes.
Y en el caso de los periodistas, para poder entrevistar a los aspirantes, tienen que
hacerle una invitación previa, por escrito y notificada a la autoridad electoral.
¿Puede el INE inhibir el derecho a la información y coartar la libertad de
expresión?
Los comunicadores sabemos que nó y actuamos en plenitud de nuestros derechos,
pero…
Quienes participan con la intención de ocupar los cargos de dirección de los
órganos jurisdiccionales, están amagados y se niegan a exponer la oportunidad de
coronar aquella aspiración.
Aunque la vieja oligarquía y sus personeros, incrustados en el andamiaje
jurisdiccional, hagan todo lo posible por hacer parecer que la elección judicial fue una
decisión equivocada, otra vez son los ciudadanos quienes dirán la última palabra.
Es como en los partidos clásicos del fútbol profesional del país y hasta en los
apasionados encuentros llaneros, cuando pernean terceros intereses para favorecer a
alguno de los equipos.
Hay que remontar los “penaltis” falsamente marcados; hay que redoblar el paso
para cubrir el espacio del expulsado sin argumentos; hay que poner “la pata dura” a
las zancadillas y volar sobre algodón para no tocar al contrario.
No será la primera vez que se gana contra doce en la cancha, incluyendo al silbante.
Todavía falta un mes y una semana para que los interesados puedan promover sus
aspiraciones en el límite de los rigurosos y tendenciosos acuerdos del Instituto, para
poder animar a los ciudadanos a acudir a las urnas y votar por ellos.
Es sabido que en las páginas oficiales del INE y el IETAM están los perfiles,
ejemplos de boleta y ensayos de cómo votar, pero ciertamente, tales escaparates son
de muy estrecho atractivo y la mayoría de los ciudadanos son reacios a accederlos.
Por eso vamos a tener que seguir esforzándonos ciudadanas y medios, para animar
esta contienda, si queremos ganarle a la intención manifiesta de obstruir la
consecución del proceso en los mejores escenarios.
Mientras se llega “la hora buena”, de una vez hay que animar a la porra a saludarle
y gritar desde nuestros asientos: ¡árbitro vendido!