Investigadores de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) han desarrollado una propuesta
innovadora y sostenible orientada al aprovechamiento de residuos vegetales para la obtención de
pigmentos naturales.
En respuesta a la creciente preocupación por los impactos negativos de los productos sintéticos en
la salud humana y el medio ambiente, esta iniciativa se presenta como una alternativa ecológica y
económicamente viable, ofreciendo soluciones aplicables a diversas industrias, como la
alimentaria, textil y artística.
El equipo de investigación de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la UAT, liderado por Edmar
Meléndez Jaramillo, Laura Sánchez Castillo, Ma. Teresa de Jesús Segura Martínez y Rafael Delgado
Martínez, destaca que los residuos agrícolas como cáscaras, hojas, tallos y raíces contienen
compuestos útiles para producir pigmentos naturales de diferentes colores.
Entre los más comunes se encuentran los pigmentos verdes de la espinaca, rojos de la remolacha,
morados de la col morada y amarillos del azafrán, todos ellos con propiedades antioxidantes y
antibacterianas.
Detallan que, el proceso de extracción de los pigmentos es sencillo y accesible. Las plantas se
desinfectan, se deshidratan a temperaturas controladas y luego se muelen para obtener los
pigmentos, los cuales pueden utilizarse en alimentos, acuarelas o textiles.
Esto –añaden– abre un abanico de posibilidades tanto para la industria como para los
consumidores conscientes del medio ambiente.
Los investigadores también proponen que otras fuentes menos convencionales, como ciertos
insectos y minerales, pueden ser utilizadas para obtener pigmentos naturales. Un ejemplo de esto
es la grana cochinilla, que se utiliza para obtener tonalidades rojas, o las arcillas rojas para crear
pigmentos marrones.

Esta investigación busca replantear antiguas técnicas de extracción de pigmentos y promover una
economía circular que maximice el aprovechamiento de los recursos agrícolas.
Además de ser más seguros y sostenibles, los pigmentos naturales no requieren productos
químicos sintéticos en su producción, lo que evita la contaminación. Al mismo tiempo, permiten
aprovechar recursos que de otro modo se desperdiciarían, otorgándoles un valor económico
adicional.