Enfoque sociopolítico |
Por Agustín Peña Cruz*
En una región donde la crisis climática ya no es una amenaza futura, sino una tragedia
cotidiana, la inacción política se convierte en una omisión imperdonable. A seis meses de
haber asumido la presidencia de la Comisión de Energía y Cambio Climático en el
Congreso de Tamaulipas, el diputado Francisco Adrián Cruz Martínez mantiene una
preocupante inercia: no ha presentado iniciativa alguna relacionada con el rubro que
encabeza.

Este silencio legislativo contrasta dramáticamente con las urgencias que viven los
municipios del sur de Tamaulipas, particularmente Altamira, donde el agotamiento de
cuerpos lagunares como la Laguna del Champayán, y en Tampico la Laguna del Chairel,
dejaron sin agua a miles de familias en 2024. La ciudadanía, más allá de los discursos
oficiales, ya experimenta los estragos del cambio climático con sequías prolongadas, olas
de calor extremo y un deterioro ambiental que compromete su salud, su economía y su
futuro.
La Agenda 2030 de las Naciones Unidas, a la que México se adhirió con compromisos
firmes, contempla entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) metas puntuales en
materia de acción por el clima, energías limpias y alianzas institucionales. Sin embargo,
estas metas parecen haber quedado relegadas en el Congreso local, donde la comisión
responsable de liderar estos esfuerzos permanece muda y sin dirección.
Lejos de convocar a una agenda interinstitucional o impulsar un marco normativo que
regule, por ejemplo, el uso de energías renovables en el alumbrado público o el
aprovechamiento sostenible del agua, la Comisión de Energía y Cambio Climático ha
optado por la pasividad. Esto no sólo representa un incumplimiento ético con su
encomienda legislativa, sino una desconexión preocupante con la realidad que enfrentan las
comunidades más vulnerables ante el colapso ambiental.
En este contexto, a nivel municipal, instancias como los cabildos y sus comisiones de
desarrollo sustentable han intentado articular propuestas y diálogos con el poder legislativo,
sin obtener respuesta. Esta falta de voluntad política para establecer canales de
cooperación socava los principios básicos de gobernanza climática: coordinación, escucha y
corresponsabilidad.
Mientras que la ciudadanía tamaulipeca no espera milagros, pero sí exige liderazgo. La
figura de una comisión legislativa no puede ser decorativa. Su razón de ser es precisamente
la de anticiparse a los riesgos, proponer soluciones, tejer alianzas y traducir las urgencias
colectivas en políticas públicas concretas, las cuales no ha impulsado desde el congresista
de Morena, Francisco Adrián Cruz Martínez.
En un estado donde el cambio climático ya se mide en litros de agua que no llegan a las
casas, en cosechas que se pierden, en enfermedades que se agudizan y en jóvenes que
migran por falta de futuro, la omisión se vuelve complicidad.
Tamaulipas merece un Congreso que legisle con visión, con ciencia, y sobre todo, con
responsabilidad intergeneracional. La acción climática no puede seguir esperando.
Nos vemos en la siguiente entrega mi correo electronico es [email protected]
- El Autor es Master en Ciencias Administrativas con especialidad en relaciones industriales,
Licenciado en Administración de Empresas, Licenciado en Seguridad Pública, Periodista
investigador independiente y catedrático.