DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.


Estamos en Semana Mayor, una época que invita a la reflexión sobre las enseñanzas y
predicas de Jesús; el Iluminado que vino al mundo para cambiarlo, para que el ser humano
hiciera conciencia de la vida y de su deber, para con Dios, nuestro prójimo y nosotros
mismo. Bien que lo dice la biblia: fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, luego
entonces, cuidarnos, ser felices, es parte de la tarea que Dios nos encomendó en la tierra.
Sin embargo, la vida de pronto nos lleva por caminos distintos y nos sentimos lastimados.
Siempre he dicho que los escritores son seres maravillosos. Nos enseñan muchas cosas,
sobre todo, el valor de la vida: por eso, en sus narrativas, reflexiones y análisis, nos
entregan una visión de las cosas reales. Acaba de fallecer Mario Vargas Llosa y en dos de
sus libros tiene frases que nos invitan a reflexionar: “El dinero da seguridad, te defiende, te
permite gozar a fondo la vida sin preocuparte por el mañana. La única felicidad que se
puede tocar” (Travesuras de la niña mala); y “La felicidad es temporal, individual,
excepcionalmente dual, rarísima vez tripartita y nunca colectiva, municipal” (Elogio de la
madrastra).
¿PUEDE UNO SER FELIZ?
Las frases de Vargas Llosa son extraordinarias, nos dan cuenta de una realidad. Nos da un
concepto sobre el dinero; lo que nos lleva a recordar, como unos han dicho, que el dinero
no da la felicidad, porque precisamente, en el proceso de juntarlo, es como unos y otros
encuentran situaciones emocionales que desgastan. Es más, más de uno se ha quitado la
vida por culpa del dinero. Y la otra expresión es una verdad de a kilo: la felicidad es única,
es personal y, si acaso, en mas de una ocasión es dual, pero difícilmente tripartita o en
grupo. Por eso es válida la pregunta: ¿Qué se necesita para ser feliz?
Armando Fuentes Aguirre, mejor conocido como Catón, afirma que no tiene ni un cinco,
que no ha atesorado riquezas, y que, sin embargo, es muy rico: que lo es, por algo tan
simple: tiene amigos, haciendo notar que tenerlos, es una riqueza extraordinaria, puesto que
el apoyo de ellos, la convivencia con ellos, lo hace ser feliz. Y eso, es bueno. Así, la
pregunta de que se puede ser feliz, la respuesta es sí, y está en la doctrina de Jesús, el
Iluminado, el Gran Iniciado, que proclamo el perdón y el amor al prójimo.
EL PERDON.
“Amad a vuestros enemigos; bendecid a los que os maldicen; haced bien a los que os
aborrecen, y orad por los que os calumnian y os persiguen” así expreso Jesús parte de sus
enseñanzas a los fieles. La acción de perdonar es soltar amarras, dejar atrás momentos de
dolor o de coraje. Perdonar es, en la práctica, empezar a amar al prójimo; y en los últimos
años en los estudios universitarios se ha encontrado que, buena parte de la gente, de las
personas, que afirman ser felices, es precisamente por eso, porque han aprendido a
perdonar.

Les cuento una historia familiar. Un tío de papa, decían, era de mecha corta; era peleonero
y siempre buscaba hacer daño, incluso a familiares. Un día le escuche decirle a papa: “voy
a quemar tu casa”. En fin, a lo que voy, es que, pasado los años, ya cuando es adulto mayor,
enfermo, diabético, sin piernas, mama lo vio: una de sus hijas la llevo a verlo, porque son
frecuencia preguntaba por ella. Llegaron, cuenta mama, y se soltó llorando, pidiendo
perdón porque nos había lastimado… lo perdona y cuenta mama: Descanse, porque siempre
que escuchaba su nombre, o me acordaba de hechos atrás, me daba coraje.
“Amaos los unos a los otros” es la proclama de Jesús, como una vía para agradar a Dios.
No es fácil de cumplir: se necesita, entre otras cosas, que las personas tengan un buen
corazón. Y el mundo, allá y aquí, por todos lados, esta plagado de gente que no lo tiene: son
violetos, causan daños, ambicionan riquezas a como de lugar, son presa de uno u otro de los
pecados capitales. Por eso, en estos días, cada uno de nosotros, debemos meditar sobre el
rumbo de nuestra vida, si vamos bien o vamos chuecos.
Perdonar y amar, son ingredientes para disfrutar la vida.