DE PRIMERA …..LA DAMA DE LA NOTICIA

POR ARABELA GARCIA …..

La Elección Judicial: ¿Participación o Manipulación? «Democracia Simulada: Elegir Jueces con los Ojos Vendados»

Votar por Jueces: El Nuevo Truco del Poder; Justicia a la Carta: El Pueblo Vota, el Poder Decide

📌 Mientras el gobierno impulsa la elección de jueces y magistrados como un acto de «democracia directa», el regreso del exgobernador Tomás Yarrington —acusado de narcotráfico y lavado de dinero— pone en evidencia las contradicciones del sistema. ¿Realmente el pueblo elegirá a quienes lo juzgarán, o sólo somos espectadores de una nueva puesta en escena del poder?

Este miércoles, el Instituto Nacional Electoral (INE) dio inicio a los foros informativos distritales con un objetivo ambicioso: que los medios de comunicación —considerados educadores e informadores— transmitan a los votantes el verdadero alcance de lo que ocurrirá este 1º de junio. Pero no se trata de cualquier elección. Por primera vez, los ciudadanos estarán llamados a votar directamente por jueces y magistrados.

La idea, en papel, suena democrática. En la práctica, suena más a una jugada de ajedrez político. Porque, seamos honestos, ¿cuántos votantes conocen el perfil, historial o competencia de los candidatos a impartir justicia? Si ya en elecciones políticas la mayoría se deja llevar por el color de la camiseta, por el jingle pegajoso o por la cara más sonriente, imagine usted ahora la complejidad de evaluar a jueces.

Pero aquí no sólo estamos ante un ejercicio de participación ciudadana; estamos ante lo que muchos consideran un intento descarado por controlar al Poder Judicial. Hay quien advierte que esta elección, más que un avance democrático, es un golpe de precisión, un «machetazo» que podría incluso tensar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Porque en la democracia, lo que importa no es que el pueblo vote, sino que el voto sea libre, informado y auténtico. De lo contrario, sólo tenemos un espectáculo más, una ficción electoral digna de guion de serie.

Y hablando de ficciones que parecen guiones, esta semana también se conoció el regreso a México de Tomás Yarrington, exgobernador de Tamaulipas, acusado de narcotráfico y lavado de dinero. Un político que alguna vez posó con orgullo junto a los emblemas del PRI, y que hoy es trasladado al penal del Altiplano por órdenes de la Interpol.

¿Coincidencia? Lo dudo. El retorno de un personaje como Yarrington en plena antesala de una elección judicial debería servir como recordatorio: el sistema de justicia en México ha sido, históricamente, un instrumento del poder, no un contrapeso. Hoy el gobierno nos quiere hacer creer que el pueblo elegirá a quienes lo juzguen, cuando en realidad es el poder quien elige a quién perseguir y a quién proteger.

Yarrington fue extraditado, juzgado en otro país y devuelto a uno donde, por años, gozó de impunidad. Ahora, el mismo gobierno que permitió esa impunidad pretende convencernos de que está comprometido con la transparencia judicial. ¿De verdad creen que vamos a comprar esa narrativa?

La democracia no es votar cada seis años. Tampoco es llenar boletas con nombres desconocidos. La democracia se construye con instituciones fuertes, independientes y confiables. Hoy, mientras el gobierno habla de devolverle el poder al pueblo, los hilos del sistema judicial parecen cada vez más atados al poder presidencial.

Y mientras tanto, los verdaderos jueces —los ciudadanos— siguen sin las herramientas necesarias para emitir un veredicto informado.

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