La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
El sistema educativo en Tamaulipas está colapsado por la insensibilidad de las autoridades educativas, la pésima planeación, la falta de evaluación de objetivos y la indebida canalización de los recursos humanos y económicos de parte de la Secretaría de Educación de Tamaulipas (SET).
En Río Bravo, uno de los municipios más importantes de la entidad –mayoritariamente urbano– faltan 80 maestros frente a grupo y 20 intendentes.
¿Cómo estará la cosa educativa, en municipios rurales que se sabe están en situación de olvido oficial?
¿Y Lucía Aimé Castillo Pastor la titular de la SET?
Está hecha bolas la Secretaria.
Según el presupuesto a ejercer por el gobierno del estado para este 2025, sólo en educación básica se estipuló en 22 mil 439 millones 293 mil con .90 pesos.
¡22 mil 438 millones 293 mil con .90 pesos!
Cierto: se va mucho en salarios.
¿Y la planeación racional e inteligente?
Castillo Pastor, quien ostenta grados académicos de dudosa reputación, no sabe ni la O por lo redondo. A la par, trabaja con un equipo de aficionados en el tema que han sumido la política educativa en un atraso sólo equiparable al proyecto de destrucción de la educación pública de los neoliberales.
No hay, peor inequidad que la que se presenta en la red educativa: es muy probable que así, el hijo del obrero sea obrero; cancelando toda posibilidad del fenómeno de permeabilidad social –los saberes como herramienta– que es la mejor forma de generar desarrollo en las sociedades.
Lucía Aimé y sus cerebros grises, están desmantelando lo poco bueno que queda del sistema educativo tamaulipeco. No sabe si darle prioridad al educando o al educador y desconoce el papel de los planes de estudio en el proceso enseñanza-aprendizaje.
Ochenta profesores son una cantidad monstruosa cuando se necesitan. Son aproximadamente tres mil doscientos alumnos que tienen cancelada su educación primaria. Es de esperarse, que estos educandos vivan en colonias populares apartadas del casco de la ciudad. Una barbaridad, si se considera que en esos lugares por lo regular carecen de agua potable, drenaje y de pavimentación.
Voluntaria o involuntariamente, Castillo Pastor, está contribuyendo en hundir a esos chiquillos en la pobreza extrema.
¡Justamente, lo contrario de la tarea fundamental del proceso educativo!
El Congreso debería actuar en forma responsable.
22 mil millones de pesos son muchos para no ver resultados positivos en la educación de los tamaulipecos.
Y son unan cifra monumental para que una sola persona –Lucía Aimé– lo maneje a entera discreción.
Ya se sabe que es un desastre la educación en el estado.
Sólo necesitamos saber, quiénes son los responsables; y que paguen por sus aterradores resultados.