La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
Nunca la clase política tamaulipeca, en el ámbito nacional, había tenido tiempo tan glorioso como la época de Emilio Portes Gil. A tanto llegó su influencia y capacidad de negociación que formó parte del influyente grupo parlamentario en el Congreso de la Unión que apuntaló la candidatura de Álvaro Obregón en los años 20 del siglo pasado.
Más de cien años han pasado y los tamaulipecos, no hemos visto que se repita esa proeza de los hombres de poder de Tamaulipas.
Ni uno solo de aquel garbanzo de a libra.
Hemos visto de todo.
Diputados criminales –recordemos a Manuel Muñoz Rocha– que han llenado de lodo y no de orgullo a sus paisanos con el asesinato de Ruiz Massieu; senadores como Francisco Cabeza de Vaca, que con varias órdenes de aprehensión en México y USA, puso a nuestro estado en el mapamundi por su contumaz tenacidad para apropiarse del dinero ajeno.
Tomás Yarrington lo mismo.
Su tránsito por el Congreso fue más bien gris, a pesar de sus notables prendas académicas. Ni una sola intervención en tribuna memorable. Ni un solo discurso relevante que se recuerde.
Resultó más capaz para el show mediático la senadora Laura Alicia Garza Galindo. El resultado, sin embargo, fue el mismo que otros tamaulipecos que han llegado al Congreso y al Senado: pasó a la historia como figura irrelevante.
Cierto: no eran sobresalientes por sus capacidades; pero subían al estrado, y sus colegas les conocían su voz,
Ahora, los parlamentarios tamaulipecos regresaron a su habitual mutismo.
Y quienes han osado subir a la tribuna, han hecho propuestas de risa.
No hay pudor.
Como la protagónica senadora Olga Sosa.
Tomó la palabra para cambiar la denominación de presidente a presidenta. Ni Lily Téllez, ha hecho propuestas tan descabelladas ni tan ridículas.
Pero Sosa, al menos se atreve a hacer el papelito de zafia; José Ramón Gómez Leal, reconoce su incompetencia para esas tareas y prefiere guardar un discreto silencio.
Doña Maky Ortiz Domínguez, es más patético su rol.
Para ella, la política es sacarse fotos con personajes de talla nacional. Desde hace tiempo anda tras la presidente Claudia Sheinbaum; lleva varios intentos. Al parecer la seguridad presidencial no lo ha dejado acercarse. En eso le lleva una abismal ventaja la senadora Sosa: cada que puede, foto con Sheinbaum.
Se degrada la política.
Los más destacados políticos, –hombres y mujeres– le dan más importancia a las fotografías para las redes sociales, que trazar proyectos políticos relevantes.
Lo malo, es que pinta lo mismo para el porvenir.
Los políticos tamaulipecos, agarran lo que les dan, porque no saben lo que quieren.
Ni dudarlo: nos espera un futuro deprimente y oscuro.