DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.


El ser humano, el animal político como se le califica, se pasa la vida luchando por el poder.
Y cuando lo consigue, según las reglas del juego, tiene que compartirlo: al menos es lo que
se estila, o se explica, desde hace muchos años. Quien es candidato, para ganar, se ve en la
necesidad de hacer alianzas o acordar negociaciones, de tal suerte que una vez que tiene el
poder en sus manos, tiene que cumplir con los compromisos que se hicieron para la
campaña: así es como le da forma a su gabinete.
En todos los casos se manejan dos momentos: el de inicio, cuando se integra un gabinete
cumpliendo con los compromisos, así que, por esa razón, se deja a los amigos en otras
posiciones, esperando el momento. Es lo que acaba de ocurrir con el gobierno de Américo
Villarreal: el gabinete de los compromisos ya cumplió su ciclo y se da inicio, como bien
dicen, a retomar de manera completa el ejercicio de el poder. Y es que, como todo
gobernante, Américo también piensa en el mañana y en la posibilidad de trascender, claro,
con los amigos.
LA CONFIANZA.
Quienes han estudiado el reclutamiento político, como Peter H. Smith o Roderick Ai Camp,
no vacilan en señalar que el reclutamiento es a través de la familia, los amigos o camarilla.
El nombramiento que recibió Vicente Joel Hernández como titular de Salud fue posible a la
confianza, por la amistad, que el tiene Américo Villarreal. ¿Por qué sucede así? Mas de una
vez lo explico AMLO: la necesidad de contar, como colaboradores, a personas leales,
firmes en el compromiso. Es lo que da la confianza, digamos, para gobernar.
Desde el inicio del sexenio, de manera contundente, se dijo que servidores públicos como
Adriana Lozano Rodríguez, respondían a compromisos de campaña; igual es el caso de
Héctor Villegas González. Adriana fungió como tesorera estatal, en tanto que Héctor aun
continua como secretario general de Gobierno y ya, entiéndase, unos hacen sus apuestas de
si pronto también va a presentar su renuncia por “motivos personales”. Si tomamos como
buena, la explicación, de que uno y llegaron a cargos públicos por “compromisos”, la
cuestión es si fueron o no institucionales o, dado el caso, respondían en sus trabajos
cotidianos a esos “compromisos”.
GRUPOS DE GOBIERNO.
En el ejercicio de el poder tamaulipeco siempre, sin excepción, ha funcionado el poder de
la camarilla: creo que las más específicas, en su momento, fueron las de Tomas Yarrington
como las Eugenio Hernández Flores: destacando, por otra parte, que el líder del ejercicio
del poder, por lo regular se deja llevar por su origen geográfico: Tomas de Matamoros, la
mayor parte de sus principales colaboradores fueron de Matamoros; y en el caso especifico
de Eugenio, ni como negar que buena parte lo fueron de la capital, de Victoria.

En el sexenio anterior, dado el proyecto político de quien ejerció el poder, nos vimos como
nos invadieron forasteros: venían de la CdMx, como de otras ciudades, puebla: solo
recuerden de donde es Irving Barrios. Nos gobernaron forasteros y otros llegaron de
Reynosa, como parte de la camarilla que asumió el ejercicio del poder tamaulipeco.
No extraña, luego entonces, que ahora con Américo Villarreal Anaya lleguen al ejercicio de
el poder ciudadanos victorenses: al renunciar Adriana a la tesorería estatal, su lugar lo
ocupa Jesús Lavín Verastegui, ampliamente conocido en la capital, pues se le recuerda
como director de la Facultad de Comercio-Victoria. Y no extraña, tampoco, que su lugar en
la secretaria de Administración, ahora sea ocupada por María Eugenia Manautou Galván,
también victorense, otrora profesora universitaria y que cuenta con una extraordinaria
experiencia en el servicio público.
EL MEJOR ALCALDE.
A lo largo de la historia hay las peculiaridades de cada gobernante: una de ellas, es que
apoyan a su región. En el sexenio anterior, cosa que ya no quiere uno recordar, Victoria fue
castigada por el gobierno estatal. Con la llegada de Américo al gobierno estatal, se noto de
inmediato el apoyo: lo primero fue el fonde capitalidad, que sirvió para mejorar el servicio
de recolección de basura; y, luego, ahí está el reiterado anuncio de como Américo ya logro
que se avance en la segunda línea del acueducto… No por algo, para algunos Américo ya
es uno de los mejores alcaldes capitalinos.