Expediente

Azahel Jaramillo H. 

          ¿Cómo están? Intenso el frío que se ha dejado sentir en Victoria capital en estos días, sobre todo este viernes 10. La temperatura bajó a los 7 grados con sensación térmica de 4 grados. Lo cual nos trajo el recuerdo de aquella helada del 24 de diciembre de 1983. Es el frío más duro que nos ha tocado vivir. ¿No les he contado? 

         Trabajaba yo de reportero en El Mañana de Nuevo Laredo. Esa mañana del 24 muy temprano tres reporteros entregamos nuestras notas. De deportes, Leticia Luna; de sociales, Elvia Escontrillas, y de locales, yo mero. Éramos unos mozalbetes, de arribita de 20 años. 

          Entregamos temprano nuestras notas informativas en el periódico y luego juntos en un taxi nos dirigimos a la Central Camionera de Nuevo Laredo para ir a pasar Nochebuena con nuestra respectiva parentela en Monterrey. 

           Eran como las 10 de la mañana. El frío calaba feo. En la Central Camionera…¡desde luego que no había boletos! ¿Y ora? ¡Ni parados! Pero como Leticia y Elvia viajaban mucho a Monterrey, y con esa ventaja de ser mujer… y veinteañeras, siendo que además de lindas eran muy saludadoras, muy sociables, se habían hecho cuatachas de algunos choferes, por lo cual a los 15 minutos ya íbamos… no sentados… paraditos, arriba de un atestado autobús. Salimos pues de Nuevo Laredo, que era lo que nos importaba.

            Llegamos a la centralita camionera de Sabinas, Nuevo León. Y el autobús ya no se movió. «La carretera a Monterrey –nos informó el chofer– está cerrada», cubierta por una fina capa de hielo que la había convertido—a la carretera– en un patinadero peligroso y mortal. «Vamos a tener que esperar a que se derrita el hielo». Y en la centralita de Sabinas nos dieron las once, las doce y la una. 

           El camión llenísimo, y la gente muy solidaria se empezó a prestar cobijas a los que no traían. Los de lana sacaron su dinero para comprar y convidarles el pan y el cafecito a la gente pobre que viajaba en el camión. Entre platica y plática y plática algunos resultaron hasta parientes. 

          Y las revistas de esas, «de monitos» empezaron a circular de adelante para atrás, para matar el tiempo. Luego se armó una pequeña bronca porque al final del camión dos pasajeros se pusieron literalmente «hasta atrás», por lo que con pena y todo el choferazo les pidió que desalojasen el lugar, de lo contrario, les dijo, «voy a tener que dar parte». 

           Ya se nos hacía que íbamos a pasar la Nochebuena en aquella centralita camionera de Sabinas, Nuevo León. A eso de la una de la tarde los choferes de unos quince autobuses deliberaron, intercambiaron información, decidiendo intentar llegar a Monterrey por otra ruta, mucho más larga, pero aparentemente transitable. Invitaron a decenas de automovilistas que también estaban varados en Sabinas  a seguirlos. Lentamente aquella caravana de quince autobuses y decenas de  carros y camionetas avanzó por los municipios de Vallecillo, Agualeguas (uff!), Cerralvo, Doctor González y Pesquería. 

       En cada poblado, en cada comunidad, la gente con todo y el frío salía a la banqueta a ver pasar aquella inmensa caravana de vehículos. Azorados veían aquel interminable desfile de vehículos. De las cantinas de aquellos pueblos, llenas al tope, salían los silenciosos y sorprendidos parroquianos, literalmente «hasta atrás» esa tarde de 24 de diciembre. Nadie nos saludaba, simplemente nos observaban callados. Callados como en una novela de Juan Rulfo.

                   Entre más acercábamos a Monterrey, más carros veíamos accidentados o detenidos a la orilla de la carretera. 

              Finalmente alcanzamos Monterrey ya cuando había caído la noche. 

          Mi parentela de Monterrey fascinada en su casa me decía: 

            «¡Mira, le ponemos agua a esta cubeta, y luego, luego se hace hielo!», en la intemperie.

El reporte es que en esa ocasión se registraron en Nuevo León temperaturas de 10 grados bajo cero durante la Nochebuena. La helada duró 72 horas con un saldo de 50 muertos.   

 Fue el día en que el agua lluvia en las fuentes de la avenida 17 de Ciudad Victoria se hizo hielo. Gracias. NOS VEMOS.           

Azahel Jaramillo Hernandez

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