CUADRANTE   POLITICO——POR  FERNANDO  ACUÑA  PIÑEIRO——-

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 Ya está visto que en el 2016, los panistas-cabecistas tocaron la flauta por  casualidad, o sea  el sistema priista ya estaba muy podrido, y era cuestión de darle un empujoncito. La historia los colocó en su papel de verdugos electorales, pero cualquier otro en su lugar, lo hubiese logrado.

     Posteriormente no supieron que hacer con el poder, y en lugar de sumar y fortalecerse en lo político, optaron por manotear y llenar sus alforjas en lo económico. Sacrificaron el largo plazo de construir capital social,  por la inmediatez de enriquecerse a manos llenas.

 La suerte de cabecismo tamaulipeco fue sentenciado a la derrota desde la llegada del Presidente AMLO en 2018. Fueron en su momento, dos estilos completamente opuestos, el del gobierno federal con sus programas de apoyo a las familias trabajadoras. Y el del PAN tamaulipeco que se dedicó a hacer negocios a lo grande, en asuntos de obra pública, seguridad y salud, entre otros.

 Paralelamente a esta compulsión  de saquear el erario, al estilo del cuento de Alí Baba y sus 40 Ladrones, los texanos hicieron suyo un método muy sui géneris de manejarse ante la oposición: los sometieron a base de demandas penales y civiles. En el último año del gobierno azul,  el subejercicio en materia de inversión pública, supero los cinco mil millones de pesos.

Pero las irregularidades administrativas y contables fueron mucho más allá, de un simple caso. Hablamos de que la corrupción y la ausencia de rendición de cuentas  se instituyeron  por sistema. No hubo área o renglón del presupuesto donde los brothers  no dejasen su impronta de servirse con la cuchara grande.

 O sea, el hecho de que el pueblo los repudiase en las urnas, ya desde el 2018, cuando Américo Villarreal Anaya les  ganó la senaduría de mayoría, no fue mera casualidad. Eso nos indica que en dos años, el pueblo de Tamaulipas quedó convencido de que en 2016, votaron masivamente por una opción totalmente equivocada.

 De ahí para el real las cosas para ellos, fueron de mal en peor.  En 2021, perdieron la mayoría en el Congreso local. En esos comicios el cabecismo y su gobernador  vieron esfumarse más de 200 mil votos, perdieron aquel músculo de más de 721 mil sufragios con el que habían llegado al poder cinco años atrás.

 Parecía que era el principio del fin, y efectivamente lo fue. Porque en 2022, en aquella elección solitaria de la gubernatura, fueron echados de  palacio de gobierno, por una marca  MORENA que se mostraba incontenible, con un candidato ganador, como lo es el doctor Américo Villarreal Anaya.

  En el 2024,  las  derrotas anteriores para el PAN y su grupo político, alcanzaron  su máxima expresión. Pareció como que si los triunfos morenistas del 2018 y del 2021 terminasen su obra de devastación cabecista, barriéndolos en los principales municipios y en ganándoles por paliza el Poder Legislativo estatal.  

 Las lecturas de toda esta secuencia de  caídas para el grupo cabecista, no pueden interpretarse de otra manera que como una severa decadencia  de sus liderazgos. Ellos buscaron sustentar su éxito  con cifras engañosas en materia de seguridad.

 Y en su momento, en la antesala de la elección del 2022, buscaron derrotar al doctor Villarreal Anaya, con escándalos de la misma índole, tratando de meterlo en el fango de la inseguridad sobre el cual ellos caminaron durante seis años.

 Hoy, en el 2024, después de que se encuentran políticamente en la lona, han recurrido nuevamente al escándalo mediático, fabricando una historia  que la sociedad tamaulipeca ya no les cree.  Buscan recuperar terreno a base de cuentos sensacionalistas, pero el pueblo de Tamaulipas ya los conoce, y sabe que mienten.

  El supuesto secuestro del diputado local Vicente Verastegui, ha tratado de ser explotado en los foros nacionales, con entrevistas kilométricas como la que recientemente concedió VVO  al periodista Ciro Gómez Leiva.  Se ve que hubo buen billete de por medio, porque entrevistas tan largas, ni siquiera los gobernadores o un presidente de la república las tiene.

  En fin que, los cabecistas buscan explotar un hecho fantasmagórico, para muchos puro show y del todo inexistente. Están desesperados y no encuentran como recuperar sus antiguos privilegios políticos. Los hermanos García  Cabeza de Vaca están en su calidad de prófugos de la justicia en Texas.

  Y es hora que no encuentran la fórmula para doblar a un sexenio como el de Américo Villarreal Anaya, que trae muy altos índices nacionales  en matera de bienestar social. De igual manera en crecimiento económico y  no se diga en materia de inversión extranjera.

 Todos estos grandes triunfos  de AVA le duelen al grupo texano de los vientos fallidos.  Deberían de saber que ni con mil escándalos como el que  acaban de hacer con el Truco II, podrán  doblar a un sexenio como el del doctor Villarreal Anaya, que no basa su  éxito en políticas persecutorias y autoritarias.

 El pueblo tamaulipeco es inteligente y ya definió el rumbo desde hace años. La ruta a seguir es  la que sigue trazando AVA y sus programas sociales, derivados del humanismo social que instaló AMLO, y es puntualmente refrendado por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

 Así de fácil.