DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.


En mas de una ocasión, en momentos de sinceridad, le decimos a un amigo, a un familiar o
a un compañero de trabajo: ¡Te admiro! Es un sentimiento, o emoción, de reconocimiento
por alguna razón especial; lo hacemos, por decir, cuando alguien logra una meta, hace algo
super especial, o tan simple, porque su forma de vida, sus éxitos, nos muestran un camino
que no todos seguimos. Y en este caso, en estos días, creo que es justo reconocer que los
deportistas tienen que ser admirados… no cualquiera, vaya pues, es o puede ser un
deportista.
Confieso que me gusta ver deportes. El futbol como el beisbol, porque son deportes
populares; el tenis, el ciclismo y el atletismo en general. No porque yo sea un deportista.
Mis compañeros de escuela bien que lo saben: nunca pude encestar el balón de basquetbol,
ni pegarle a la de volibol, menos brincar los obstáculos en las prácticas de atletismo. Por
eso, cuando me entere de que soy diabético y que el doctor me dijo, haga deporte: nade o
corra en bicicleta, pregunte: ¿vale caminar? Y es lo que hago: camino y yoga de silla.
TRIUNFADORES.
En las redes sociales circula un texto, no recuerdo bien su título, si ganadores perdedores,
pero es la respuesta que un amigo da a una pregunta de otro: termina una carrera de
atletismo, y a una persona que participo, que porta la playera con su número, un amigo le
pregunta: ¿participaste? ¿Ganaste? ¿Qué lugar sacaste? Y la respuesta fue: todos ganamos,
los que perdieron son los que no se inscribieron. Efectivamente, estoy de acuerdo. Quizá
los mexicanos que están en Paris no saquen medallas; pero el lugar, para estar allá, se lo
ganaron a pulso… ese, quiérase o no, es un éxito.
Creo que en la vida prácticamente todos somos triunfadores. Triunfadores porque nos
proponemos metas u objetivos, y los logramos. Y los triunfadores, según la experiencia, se
convierten en un ejemplo para otros. Por ejemplo, hay hijos que quieren ser como sus
papas, emularlos; otros, esta comprobado, toman de referencia a determinados personajes
como símbolos para darle un rumbo, un sentido a su vida. Así, unos y otros, en la práctica
admiramos a alguien.
ADMIRACION Y RESPETO.
Por ejemplo, yo admiro la capacidad política de Andrés Manuel López Obrador: resistió, 18
años lucho por una posición de poder, y ahora esta a punto de convertirse en un referente en
como destruir la democracia e instauran un sistema político mejor de lo que fue el PRI.
MORENA va a gobernar varios sexenios, en tanto no haya oposición. En contraparte,
puede uno recriminar que haya políticos que piensan, vaya pues, en sus intereses como
Alejandro Cárdenas, mejor conocido como Alito: hay que admirarle su capacidad para
destruir al PRI.

Y podemos admirar a otras personalidades, sean escritores, académicos, investigadores,
científicos. En lo personal, por ejemplo, un día me entrevistaron alumnos universitarios y
me preguntaron: ¿usted admira a alguien? Y si, mencione como académico a José Luis
Pariente: se le admira su capacidad organizativa, su capacidad para producir en el ámbito
que se desenvuelve: de profesión arquitecto, académico e investigador de por vida,
fotógrafo por afición. Su paso profesional, en el gobierno, en la universidad, en la
comunidad, es de trabajo, trabajo y los reconocimientos son múltiples.
Al paso de los años y ahora como jubilado las actividades varias y la pertenencia o
vinculación con personas de dan en otra condición. Prepare mi jubilación y me compre una
cámara fotográfica: eso me llevo a otro contexto y a conocer a otras personas que, sin lugar
a dudas, se ganan el respeto, la admiración de uno: conocí a varios maestros de fotografía, a
distintos fotógrafos, pero además de José Luis Pariente, no puedo dejar de mencionar a dos
más, que se han convertido en referentes: Luis Vicente Ballinas Cruz, por su extraordinaria
capacidad y calidad de su trabajo profesional, al documentar la vivencia cotidiana y la
naturaleza; y a Jesús Eduardo López, cuya experiencia y vivencia fotográfica es
inigualable.
En lo personal, estoy convencido, la admiración y respeto inicia en el contexto familiar: a
mama le admiro su fortaleza y capacidad de trabajo para apoyar y formar a nueve hijos; a
mi suegro José García Balleza (+) que forjo una vida de ejemplo y capacidad de trabajo:
como hombre del campo, como profesor rural y como padre, a menos que me desmientan
mi esposa y mis cuñados.