Por José Gregorio Aguilar
Miércoles 28 de febrero 2024.
Mientras que en México se gasta cada vez más para que los candidatos se promocionen durante las campañas electorales, la inversión en educación se estanca o va a la baja. Los partidos políticos y candidaturas independientes podrán usar 36.3% más recursos para sus campañas respecto a lo asignado durante la elección federal de 2018, y en tanto, el presupuesto que el Estado otorga a la educación ha caído 3.36 por ciento entre 2015 y 2024.
Eso quiere decir que los estudiantes han recibido menos recursos en términos reales, en comparación con 2015, año en el que se aprobó el presupuesto más alto para educación dejó en claro Luz Romano, vocera de Mexicanos Primero.
El beneficio de la democracia y las votaciones libres para los países y sus habitantes es indiscutible y México invierte en lo que es importante como la democracia. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020, para 8 de cada 10 personas el voto sirve para que haya un mejor gobierno y 88.7% está de acuerdo en que se necesita un gobierno en donde todos participen en la toma de decisiones.
Sin embargo, no todo lo que importa a los mexicanos tiene la misma respuesta del Estado, pues aunque la educación, que atiende a 24 millones 93 mil 801 estudiantes en educación básica y 5 millones 540 mil 108 alumnos en media superior, es un derecho habilitante y tiene la responsabilidad del futuro de millones de personas, el aumento al presupuesto está estancado y no permite que las escuelas públicas cuenten con infraestructura y servicios básicos para que sus estudiantes puedan aprender en óptimas condiciones.
Por ejemplo, en la distribución del presupuesto en 2023, se destinó 82.1 por ciento a servicios personales, 0.3 por ciento a formación docente; el 0.1por ciento para evaluación, mientras que el 0.7 por ciento para e libros.
De ese presupuesto, solo el 5.7 por ciento se invirtió en becas, y el 0.7 por ciento en asesoría y acompañamiento, mientras que 6.5 y el 4 por ciento para Infraestructura y gasto corriente y de operación respectivamente.
Un presupuesto paralizado y sin incremento impide que exista mayor inversión para resolver necesidades de infraestructura básica (agua, luz y sanitarios), tecnología (internet y computadoras de uso pedagógico) y formación continua de docentes, que son condiciones mínimas para que una o un estudiante pueda aprender en su escuela.