Los parásitos dañan el organismo de cualquier ser vivo, arrasan con todo lo bueno y en ocasiones terminan hasta con la vida de quienes oles alimentaron y tuvieron la desgracia de padecerlos.
Ándele, igual que muchos políticos que destruyen hasta el entorno de quienes tuvieron la mala fortuna de conocerlos, mantenerlos vivos, políticamente hablando, y padecerlos.
Cierto, hay de parásitos a parásitos o de políticos a políticos, aunque en resumidas cuentas la mayoría son sinónimo de malestar y destrucción, por lo menos así los ve buena parte de la población.
Y es que la mayoría de ellos, de los parásitos políticos, con su sola presencia contaminan el ambiente, destruyen y terminan con todo lo bueno que les rodea, se alimentan de ambiciones y corrupciones. Terminan por echar todo a perder.
A esta clase de parásitos, los malos políticos, no los exterminas acudiendo al doctor, ni los tienes que mirar con microscopio, hoy en día hay tantos que se les puede encontrar hasta en el supermercado, en cualquier restaurante o en eventos diversos, bueno, incluso en bautizos y primeras comuniones queriendo con la sola intención de hacerse notar.
Es una cepa, los malos políticos, resistente a los cambios de temperatura y hasta de administraciones, de ahí que son de los más dañinos, son capaces de terminar con presupuestos y tranquilidad de los ciudadanos, se refugian cómodamente en el poder sin preocuparse de nada, esta clase de parásitos son más numerosos que los ninis y, aunque ellos juran hacen todo por el bien de la ciudadanía, tampoco le aporta mucho al bienestar social.
Ni trabajan, ni se preocupan por quienes les encumbraron, ni hacen nada de nada, permanecen aletargados y solo se mueven o despiertan enfurecidos cuando ven invadidos sus territorios, sus intereses, cuando es trastocado su bienestar o campañas electorales.
El problema es que este tipo de parásitos pueden ser mucho más dañinos y peligrosos para la sociedad porque no importa que cuenten con un trabajo o que terminaran una carrera profesional su ambición es desmedida y caen en tentación de robar hasta el bienestar social fácilmente.
Los parásitos políticos seguramente rebasan los 7.5 millones de jóvenes ninis que hay en el país, a estos ni siquiera se les ha contabilizado pero la verdad es que pululan por todos lados, unos aprendices y otros consumados, son tantos y en este grupo no tienen una edad determinada, los hay de todas las décadas y colores.
Esta clase de cepa la ve en movimiento en procesos electorales, todos quieren invadir el territorio, devoran hasta la buena voluntad de los ciudadanos que contaminan sin piedad.
Mientras el pueblo con indignación y coraje ve como los parásitos poco a poco lo invaden todo, como la humedad avanzan dejando un olor a podredumbre y un rastro de desolación, un aire frio les recorre el cuerpo terminando con la tranquilidad y es cuando se preguntan, ¿esto es lo que merecemos?, un montón de políticos sin interés alguno por la ciudadanía, otros que solo lucran con la necesidad de sus representados.
La situación es que muchos, hay sus honrosas excepciones, de nuestros políticos son unos verdaderos parásitos, viviendo del pueblo y sin hacer nada terminan con nuestras esperanzas de que México salga adelante.
Otros son los verdaderos ninis, mantenidos del sistema, para lo único que sirven es para detener el desarrollo del país, ni trabajan, ni aportan a la nación, ni se preocupan por sus representados, igual pueden estar enfundados como diputados o senadores, para el caso es el mismo, solo son parásitos, vividores de la política.
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