ORBE
Ma. Teresa Medina Marroquín

El tema que terminó por detonar esta semana en la agenda de medios
fue el de la presa El Cuchillo, cosa que no llega a ser una “guerra del agua”
como algunos medios regionales quieren hacerlo ver. Hay que hacer algunas
precisiones, comenzando con la anterior porque aunque hay poco recurso
en Tamaulipas y en Nuevo León, tampoco estamos ante una crisis de
mayores dimensiones, como ya ocurrió en años anteriores no muy lejanos.
Primero habría que precisar que compramos eso de que fue el
gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien convenció al Gobierno
federal de no autorizar el trasvase a la presa Marte R. Gómez, en la frontera
de nuestro estado, porque todo apunta al poder económico de la zona
metropolitana de Monterrey, lo que nos llevaría a recordar que la máxima
prioridad para la distribución del recurso agua debe de ser el consumo
humano. Aclarado ese punto tenemos que reconocer que hace bien la
Conagua si la decisión está tomada bajo esta premisa.
Nos explicamos mejor al decir que si tomar agua de la presa en Nuevo
León significa quitarla a la gente de Monterrey y municipios conurbados,
poniendo en peligro el abasto para consumo humano, entonces la decisión
estuvo bien tomada. Pero el problema es que siempre hay que sospechar de
terceros interesados y en este caso son los industriales y empresarios en
general de aquel estado; en este sentido, si ellos fueron los que presionaron
para no tener problemas de agua para sus fábricas entonces sí estamos
ante otro dilema.
PRODUCTOS INDUSTRIALES O ALIMENTARIOS
El punto es que el convenio entre Federación, Tamaulipas y Nuevo
León se firmó tomando en cuenta que el agua que debe se debe de
trasvasar de El Cuchillo a la Marte R. Gómez es para riego agrícola. En este
sentido las autoridades federales deben dejar en claro que no entregar el
agua a Tamaulipas es porque será estrictamente para el consumo de los
habitantes de la zona metropolitana de Monterrey, desmarcando totalmente
que pueda ser para las industrias y demás empresas que sostienen la
economía de aquel estado.
Y es que no sería justo que se dejara de producir toneladas de
alimentos en la zona norte de Tamaulipas por no afectar la producción de
diversas mercancías, así sea solamente sorgo, el cual no es precisamente
para consumo humano. Son alimentos y, por tal, volviendo a las prioridades

esta producción lleva mano que la industrial, porque de ella depende la
alimentación de una gran parte de los mexicanos.
Imaginamos a algunos empresarios diciendo que si Nuevo León deja
de fabricar tales productos estos no pueden sustituirse y se afecta la cadena
de suministros internacional, por lo que es más fácil comprar el sorgo en
otros estados para la alimentación de ganado en otras regiones del país. Por
eso sería más fácil y económico indemnizar a los productores tamaulipecos,
lo cual sería un error porque se pondría en primer lugar las ganancias
económicas que la alimentación, además de las consecuencias que tenga
dejar la tierra uno o varios ciclos sin sembrar.
En síntesis, más allá de las acusaciones políticas que están lloviendo
en ambos estados del noreste del país, lo que se necesita es claridad en la
toma de decisiones porque hasta donde leímos el escueto comunicado de la
Comisión Nacional del Agua sí habrá riego para los agricultores de nuestro
estado, algo que nadie ha comentado en sus encarnizados debates
mediáticos. Estamos a tiempo de no desgastar las relaciones entre Nuevo
León y Tamaulipas, algo que a nadie conviene, en verdad, por lo que la
situación amerita una explicación más abundante del Gobierno federal.
[email protected]
@columnaorbe
columnaorbe.wordpress.com