Por José Gregorio Aguilar
Mexicanos Primero hace un llamado a que el gobierno federal y la Cámara de Diputados reconsideren un presupuesto específico de más de 5 mil millones de pesos para el servicio de alimentación y horario extendido en las más de 27 mil escuelas llamadas de Tiempo Completo.
Además, a que las autoridades educativas locales retomen este programa que beneficia no sólo con horas extra de clases, sino también con servicios de alimentación balanceada y nutritiva para 1.6 millones de niñas y niños en estas escuelas que se ubican, en su mayoría, en las zonas rurales de alta marginación.
Tal como lo narra en un video un maestro de la comunidad étnica El Nayar, en el estado de Nayarit, las y los estudiantes perdieron el servicio de alimentación que consistía en leche, lentejas, arroz, atún y sardina, entre otros productos, actualmente llegan a la escuela con una tortilla con sal en el estómago, y en mejor de los casos con frijoles o queso. El docente afirma que “las letras no entran cuando se tiene hambre” y refiere la importancia de la alimentación en el proceso de aprendizaje.
Con el presupuesto para escuelas de jornada ampliada que no ha sido ejercido con esa finalidad, a cada estudiante le corresponderían 1,388 pesos, lo que les alcanzaría para comprar diariamente, durante más de un mes, 1 litro de leche, 1 lata de atún, 1 kilo de lentejas, 1 kilo de arroz y 1 lata de sardinas.
La evidencia nacional e internacional indica que en los planteles con servicio de alimentación hubo mayor aprovechamiento académico, un alto índice de asistencia escolar y una disminución importante del abandono. En México, en la mayoría de los casos, el alimento que las y los estudiantes tenían en la escuela era el primero y probablemente el único del día.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, existe un vínculo entre la mala alimentación y la pérdida de oportunidades de aprendizaje y los programas de comidas escolares pueden ayudar a romperlo, por lo que “no invertir en programas de alimentación es quizás una de las peores decisiones económicas que pueden tomar los gobiernos”.
Antes de desaparecer, las escuelas de jornada ampliada contaban con un presupuesto de más 5 mil millones de pesos para su operación que, cuando se integró al programa de infraestructura La Escuela Es Nuestra (LEEN), ya no se utilizó para estos fines. La realidad es que hasta 3.6 millones de niñas y niños y sus familias podrían ser afectadas por simulación de la Secretaría de Educación Pública que prometió mantenerlo, pero que hasta hoy no ha dicho qué escuelas podrían continuar con el mismo.