De pena ajena fue el espectáculo protagonizado en el congreso de la CDMX donde un grupo de legisladoras parecían de todo, menos representantes del pueblo.

Grotesco, corriente, peor que un pleito de arrabal, fue el espectáculo que dieron las diputadas de la CDMX y que se vio en red nacional y trascendió más allá de las fronteras, como si México necesitara de más escándalos.

Quizá hasta un pleito de cantina barata se vea más decente y menos burdo. Es una vergüenza que quienes en teoría deben representar los intereses del pueblo solo sirvan para causar pena a los mexicanos.

Bueno, hasta una exhibición de lucha libre protagonizada por PIMPINELA o MARTHA VILLALOBOS hubiera sido más profesional, pues las luchadoras son profesionales y acatan las reglas, mientras que las legisladoras pleitistas solo dieron un espectáculo deprimente, parecían desquiciadas.

Zapes, jalón de pelo, empujones, gritos, palabras altisonantes fue lo que se vio en una sesión “solemne” donde morenistas, priistas y panistas fueron las que dieron la nota que el lunes pasado dio la vuelta al mundo, como si México no tuviera ya bastantes acciónese violentas las diputadas se esmeraron en faltarle el respeto al recinto y generar más violencia.

Todo inicio porque la bancada del Partido Acción Nacional (PAN) tomó la tribuna del Congreso de la Ciudad de México para impedir que se armonice la ley constitucional que desaparece al Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas. Lar morenitas se encolerizaron y comenzó la gresca pues también se aprobaría el paquete presupuestal para la CDMX.

Sea cual sea el tema que se discuta en un congreso, nada justifica que los legisladores tengan actitudes violentas, que pierdan la compostura, le falten al respeto al pueblo y el recinto, además, que den mal ejemplo a las nuevas generaciones.

De hecho, hasta debería existir una ley para sancionar a quienes incurran en actos violentos en los recintos, pues no se vale que quienes deberían tener buen comportamiento y defender al pueblo, para eso se les paga, sean quienes generen violencia.

Lamentablemente ese es el nivelito de legisladores y legisladoras que predominan en todo el país, no tienen ni idea de su compromiso con el lugar donde están, tampoco el interesa realmente defender los intereses del pueblo pues andan más entretenidos en sus diferencias políticas.

Lo más lamentable es que muchas veces, aunque tal o cual iniciativa sea buena hay quien se oponga solo porque no es presentada por la bancada de su partido, lo más triste es que la mayoría es capaz de atentar contra los derechos de los ciudadanos con tal de seguir en el poder.

Hacer el ridículo, protagonizar pleitos, demostrar su ignorancia, torpeza, soberbia y ambición es lo de hoy en buena parte de los congresos de toda la nación, claro, tienen como ejemplo, a los diputados federales que, cuando no convierten el recinto legislativo en rin de luchas, lo hacen sonidero, burdeles baratos y hasta demonstraciones de burla al pueblo.

¿Qué pecado se cometería en México para al tener los representantes populares que se tienen? Exacto, votar por improvisados, no analizar qué hay detrás de cada aspirante a representantes populares, que les avala, cuál es su experiencia, su comportamiento y los antecedentes que tienen.

Cierto, el show protagonizado por las legisladoras de la CDMX no es el único, casos de esos se han dado en muchas partes del país y lo más vergonzoso, en San Lázaro, donde se supone que los diputados federales deberían tener mejor comportamiento.

Y no, no vale si son del PRI, PAN, MORENA o del color que sean, nada justifica las malas acciones y mal comportamiento de los legisladores que deberían aplicarse y trabajar de verdad por el bien del país.

En fin, la situación es que, en plenas fiestas decembrinas, cuando se supone la gente tiene buenos deseos para sus semejantes, que hay armonía, paz y concordia, resulta que en el Congreso de la CDMX las diputadas del PAN y MORENA, ahora sí que literalmente, se agarraron del chongo, se dieron codazos, zapes y puntapiés en plena sesión legislativa, y si, el espectáculo que protagonizaron fue de pena ajena.