Columna Opinión Económica y Financiera.

Dr. Jorge A. Lera Mejía.

El sector eléctrico-electrónico de Reynosa, surgido como maquila de ensamble orientada al mercado estadounidense, vive hoy una coyuntura decisiva: o se reinventa como plataforma manufacturera integral de alta tecnología o queda atrapado en un modelo vulnerable a aranceles, disrupciones geopolíticas y cambios tecnológicos acelerados.

En este punto de inflexión, el gobierno estatal de Tamaulipas ha comenzado a jugar un papel más activo, buscando articular política industrial, formación de talento e innovación empresarial a través del recién creado Clúster Eléctrico‑Electrónico, con el propósito explícito de dar un salto de la maquila tradicional hacia la manufactura avanzada e inteligente.

El origen del sector se vincula a la etapa del Programa de Industrialización Fronteriza y a la instalación de las primeras plantas electrónicas que aprovecharon la cercanía con Texas, los incentivos fiscales y la disponibilidad de mano de obra joven.

Reynosa consolidó una especialización en ensamble de televisores, componentes electrónicos y equipos de comunicaciones, insertándose en un patrón de integración “Norte‑Sur” donde el diseño y la propiedad intelectual permanecían en corporativos extranjeros, mientras la ciudad asumía la fase intensiva en trabajo de menor calificación.

Este modelo permitió generar miles de empleos formales y dinamizar el crecimiento urbano, pero dejó rezagos en encadenamientos productivos locales, innovación propia y formación de capital humano avanzado, lo que hoy limita la capacidad de respuesta ante choques como la amenaza de nuevos aranceles y la posible renegociación conflictiva del T‑MEC en 2026.

En los años recientes, la transición del viejo esquema de maquila a la figura IMMEX formalizó la operación de estas plantas, facilitó la importación temporal de insumos para procesos manufactureros más complejos y permitió diversificar el portafolio productivo hacia componentes eléctricos, arneses, tarjetas electrónicas y módulos de comunicación. Sin embargo, la lógica predominante siguió centrada en el costo laboral y la ventaja logística, con limitada incorporación de diseño, ingeniería y desarrollo tecnológico local.

Al mismo tiempo, el entorno internacional cambió: el resurgimiento del proteccionismo en Estados Unidos, el avance tecnológico de Asia en semiconductores, y la creciente centralidad de la IA y los microprocesadores de nueva generación en prácticamente todas las cadenas globales de valor colocan una presión inédita sobre la industria tamaulipeca.

Es en este contexto que el gobierno de Tamaulipas impulsa la creación del primer Clúster Eléctrico‑Electrónico de México, presentado no solo como un logro simbólico, sino como la punta de lanza de una política industrial moderna, de largo plazo y explícitamente alineada con el Plan Nacional de Desarrollo 2025‑2030 y el llamado “Plan México”. El gobernador Américo Villarreal ha subrayado que se está “sembrando una semilla en tierra fértil”, al reconocer que el estado posee una base industrial robusta, experiencia maquiladora y una posición geográfica privilegiada para convertirse en polo de alta tecnología.

La Secretaría de Economía, ha enfatizado que el clúster se rige por el modelo de la triple hélice —industria, academia y gobierno—, lo que en la práctica significa compromisos concretos de coordinación entre las empresas IMMEX de Reynosa, las universidades públicas y tecnológicas, y las dependencias estatales responsables de desarrollo económico, innovación y trabajo.

El apoyo estatal se expresa, en primer lugar, en la decisión política de reconocer al sector eléctrico‑electrónico como una “apuesta estratégica” y dotarlo de una figura organizativa que facilite el diálogo público‑privado y la construcción de una agenda compartida. La presencia del gobernador, la secretaria de Economía y los rectores de la UAT y la Universidad Tecnológica de Tamaulipas Norte como miembros fundadores del clúster envía una señal de respaldo institucional que puede traducirse en programas específicos de formación dual, reconversión de talento, prácticas profesionales y posgrados vinculados a necesidades reales de planta.

De esta manera, el Estado deja de ser un mero gestor de permisos para convertirse en articulador de capacidades, impulsando que los ingenieros tamaulipecos participen no solo en la operación de líneas, sino en la programación de robots, el diseño de procesos y el desarrollo de soluciones de IA industrial.

En segundo lugar, el gobierno estatal se propone usar el clúster como plataforma para reorientar el modelo IMMEX hacia una manufactura integral.

Esto implica apoyar, mediante incentivos, acompañamiento técnico y políticas de compras públicas, la creación y consolidación de proveedores locales de insumos eléctricos y electrónicos, de servicios de mantenimiento especializado, de desarrollo de software y de soluciones de análisis de datos para planta.

El objetivo de mediano plazo es incrementar el contenido regional de los productos que salen de Reynosa, de modo que las cadenas de valor se “ensanchen” dentro de Tamaulipas y no se limiten a un flujo lineal de insumos que entran y productos ensamblados que salen hacia el mercado estadounidense.

En tercer lugar, frente a la amenaza de nuevos aranceles y a un entorno de negociación comercial más ríspido, el gobierno estatal puede desempeñar un rol de “escudo” y de “puente” a la vez. Escudo, al construir diagnósticos y propuestas que permitan a las empresas argumentar su contribución al empleo y al valor agregado norteamericano, y al acompañar al sector privado en la interlocución con autoridades federales para defender la posición de Tamaulipas en la revisión del T‑MEC.

Puente, al promover la diversificación de mercados y socios tecnológicos, aprovechando el nearshoring y las oportunidades con Europa y Asia para reducir la excesiva dependencia de una sola plaza.

En este sentido, el clúster se convierte en un interlocutor colectivo que le permite al Estado hablar con una sola voz, robusteciendo la capacidad de negociación del territorio frente a grandes corporativos y gobiernos extranjeros.

Por último, el apoyo estatal será crucial para acelerar la adopción de IA y tecnologías asociadas a la industria 4.0.

La agenda pública puede incluir la creación de laboratorios de innovación aplicada en colaboración con las universidades, programas de capacitación en mantenimiento predictivo, visión computacional y análisis de datos para mandos medios y técnicos, así como esquemas de financiamiento para que las PyMEs proveedoras puedan invertir en digitalización y certificaciones internacionales.

Solo así la reinvención del sector dejará de ser un discurso y se convertirá en procesos concretos: líneas más flexibles, mejores estándares de calidad, trazabilidad de insumos y mayor resiliencia ante choques externos.

El tránsito del modelo maquilador clásico a un modelo integral manufacturero y tecnológico en Reynosa no será automático ni estará exento de tensiones.

Pero la combinación de una base industrial consolidada, la creación del Clúster Eléctrico‑Electrónico y un gobierno estatal dispuesto a asumir una política industrial activa ofrece una oportunidad histórica para que Tamaulipas deje de ser únicamente taller periférico y se convierta en nodo estratégico de la nueva economía de microprocesadores e inteligencia artificial.