Rutinas y quimeras
Clara García Sáenz
En los últimos días ha tomado gran revuelo entre los victorenses el tema de la demolición
de la casa ubicada en la esquina del 15 Juárez que fuera hasta hace algunas décadas
una tienda de ropa y novedades llamada La Economía propiedad de los famosos
hermanos Medina.
La discusión radica en el hecho de que se destruirá “un inmueble histórico” un
“patrimonio cultural” de la ciudad en aras de construir oficinas administrativas del gobierno
del estado, quien ha adquirido el edificio. Y lo escribo entre comillas porque deberíamos
de saber que esa casa, aunque vieja no es ni lo uno ni lo otro.
Para ser considerado un edificio con valor histórico, su antigüedad debería ser de
1899 hacia atrás, para ser considerado un patrimonio artístico, debería ser por lo menos
de 1950. Pero además no basta con eso, sino también que su arquitectura aporte
elementos singulares al paisaje o bien, que en él se haya realizado alguna acción de
naturaleza histórica.
Pero dicha casa no cumple con ninguna característica de las anteriores, ni
tampoco tiene declaración de patrimonio edificado, no está en el catálogo del Registro
Estatal de Patrimonio Histórico y Artístico Edificado de Tamaulipas y mucho menos en el
Catálogo de Patrimonio Histórico del INAH, por lo tanto, su demolición no pone en peligro
ningún vestigio histórico.
Lo que si perderemos los victorenses será el paisaje cotidiano y un tanto nuestra
memoria de las cosas que habitamos en la rutina. Aquello que hemos visto a diario desde
niños y que ya no estará, dejará de existir y con ello perderemos una parte de nuestra
identidad, esa que nos mantiene unidos al paisaje urbano, dándonos sentido de
pertenencia, ahora dejará de ser nuestro para volverse ajeno, desconocido.
Es importante no olvidar que los principales enemigos del patrimonio cultural no
son como suele decir la UNESCO, las guerras o el cambio climático, si no, en el caso
tamaulipeco, la modernidad, esa terrible costumbre que nos impide tener vocación para
conservar y nos conduce a que los inmuebles se destruyan lentamente, para ser
demolidos cuando se encuentran en punto crítico y entonces construir cosas
“fascinantemente modernas”.
Sin embargo, dicha acción abre la reflexión en torno a la necesidad de rescatar
bienes inmuebles que histórica y arquitectónicamente son importantes para la ciudad,
forman parte de ella dándole un rostro elegante. Tres me vienen a la mente porque he
visto que se encuentran actualmente en venta y que bien valen la pena sean adquiridos
por el gobierno del estado o el municipal para uso cultural o recreativo, para el disfrute,
conservación y preservación del patrimonio cultural. El primero es el edificio del periódico
La Verdad, cuya fachada es de una belleza única; el segundo es la casa de la familia
Zorrilla ubicada en el 11 Juárez esquina y el tercero es la casa ubicada en el 20 Juárez
que hasta hace poco tiempo era una comercializadora y que aparece en el catálogo de
monumentos de SEDUMA.
Estos tres inmuebles se están cayendo a pedazos, los dos últimos datan del siglo
XIX y son verdaderas joyas históricas, ojalá las descubran y vayan a su rescate, como lo
hicieron con el galerón sobrevalorado del cine Avenida que tampoco tiene ningún valor
cultural e histórico.
E-mail: [email protected]