Cd. Victoria, Tam.- La opinión pública regional se amaneció con la noticia. El gobierno de TRUMP accedió a declarar como Organización Terrorista al denominado “Cartel de los Soles”, presuntamente operado por la élite militar venezolana, a las órdenes de NICOLÁS MADURO.

La antipatía de DONALD hacia el gobierno chavista data de su primer cuatrienio (2017-2021). En 2019, una causa federal dispuesta en Nueva York acusó a oficiales venezolanos de realizar actividades criminales bajo protección de la cúpula castrense.

Los “soles” serían las insignias de rango que usan generales y almirantes. Los divisionarios llevan dos soles plateados en las hombreras. Los de jerarquía superior, con rango de General en Jefe, portan cuatro soles dorados.

Al abrigo de dicho poder se habría tejido una madeja de corrupción y narcotráfico entre jefes militares y civiles, asociada al comercio de cocaína que opera el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En respuesta, el gobierno de Venezuela insiste en que se trata de una fantasía intervencionista.

En marzo de 2020, NICOLÁS y 14 funcionarios fueron acusados por el Departamento de Justicia de (1) liderar el Cártel de los Soles desde, al menos, 1999, (2) conspirar con las FARC para inundar de cocaína a su país y usarlo como «arma contra América», tras lo cual (3) ofrecieron la recompensa de 15 millones de dólares por MADURO, la cual aumentó a 50 millones en julio de 2025.

Al tiempo que (4) el Departamento del Tesoro otorgaba al “Cartel de los Soles” el rango de “»Specially Designated Global Terrorist» (SDGT) lo que en buen español sería «Terrorista Global Especialmente Designado» (TGED).

DISEÑANDO EL PRETEXTO

La reclasificación de una banda delictiva para elevarla a la categoría de grupo terrorista faculta al gobierno de TRUMP para disponer de presupuestos (y fueros) similares a los de un frente de guerra. Ya no son acciones encubiertas tipo DEA, sino ofensivas abiertamente bélicas. La agencia antidrogas se encuentra hoy rebasada, TRUMP le retiró su confianza, la hizo a un lado.

Para esta chamba tiene a los marines, hoy estacionados frente a las costas de Venezuela, con el portaaviones “GERALD FORD” y una flota que incluye cruceros, destructores, submarinos nucleares, vehículos anfibios, un centenar de aviones, helicópteros, drones y alrededor de 15 mil hombres.

De manera preliminar han lanzado una veintena de ataques furtivos contra embarcaciones de supuestos traficantes venezolanos que transportarían cocaína y fentanilo, con un saldo de 75 muertos.

Una vez involucrada la palabra “terrorismo” y añadido el narcotráfico como motivo principal, la narrativa de la Casa Blanca busca vender a sus electores la llamada “Operación Southern Spear” (“Lanza del Sur”).

Modelo híbrido que mezcla tres experiencias republicanas: (1) la guerra contra las drogas de NIXON y (2) la guerra contra el terrorismo de BUSH, para así troquelar el término “narcoterrorismo”, pero con el toque ideológico de (3) la guerra contra el comunismo que acaudilló REAGAN en los ochenta. Demonios, todos, que perturban el sueño americano.

¿EFECTO DOMINÓ?

Mención aparte merece la notable influencia que hoy proyecta el Secretario de Estado MARCO RUBIO, abogado católico de ascendencia cubana nacido en Florida. Su esposa es hija de migrantes colombianos.

El poder de RUBIO es muy superior al de sus antecesores en dicho cargo, pues además de encabezar el Departamento de Estado, es Consejero de Seguridad Nacional.

Entre analistas existe desde hace tiempo la convicción de que los gobiernos bolivarianos han jugado un papel decisivo en la supervivencia del régimen castrista en Cuba. La inmensa riqueza petrolera de Venezuela ha servido de estratégico sostén a la depauperada economía cubana.

De ahí la visión que hoy priva al más alto nivel en Washington de que una eventual caída de MADURO tendría repercusiones fatales para el régimen de La Habana (y, de rebote, el de Managua). El empeño que un hijo de exiliados como RUBIO estaría demostrando en esta nueva aventura imperial contra Venezuela.

EL APOSTADOR

Aunque tratándose de DONALD todo puede pasar. Su anticomunismo va acompañado de una sincera antipatía a la guerra, que no nace (ojo) de una postura pacifista sino de la más rancia lógica mercantil. Tacañería, pues. Le parece un desperdicio de dinero.

A ello debemos añadir que toda su carrera como empresario y luego como político se ha orientado por la agenda engañosa de un hábil jugador de cartas (o de un especulador inmobiliario) donde privan el “blof”, el amago, las tácticas disuasivas y un permanente cambio de ruta.

Avanza, retrocede o zigzaguea con la misma convicción y sin el menor asomo de culpa. De aquí la paradoja de que todo este desplazamiento de barcos y tropas por el Caribe corre paralelo a las declaraciones de TRUMP hace una semana, cuando se dijo listo para negociar cara a cara con NICOLÁS.

Podría buscar una salida pactada, un cambio de régimen sin derramamiento de sangre. O bien, generando las condiciones nativas para un eventual golpe militar. Para el mastodonte rubio todo es negociable, incluso tocar los tambores de guerra y luego lucrar políticamente con historias de paz, como lo hizo en Medio Oriente y lo pretende ahora en Ucrania.

BUZÓN: [email protected]

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