CONFIDENCIAL

Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.

La decisión de, Irving Barrios Mojica, de no buscar la reelección como fiscal de Tamaulipas marca un punto de inflexión para una institución colapsada. Lo confirmó él mismo la mañana de este jueves, durante su presencia en el desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana: no se registrará para competir por otro periodo de siete años.

Con esa frase, se disipó un temor real, casi palpable, entre funcionarios, personal operativo y ciudadanos que veían en la posible continuidad del michoacano el riesgo de extender un periodo que ya era, desde hace tiempo, insostenible.

Porque la verdad es simple y dolorosa: la Fiscalía General de Justicia del Estado llegó a este punto sumida en un desastre operativo. Se calcula que existen más de 50 mil carpetas de investigación rezagadas, cientos —si no miles— de órdenes de aprehensión sin ejecutar, y tras cada una de ellas un presunto delincuente en libertad y una víctima esperando justicia. En cualquier sistema serio, eso sería motivo suficiente para evaluar críticamente una administración. En Tamaulipas, fue durante años el pan de cada día.

Pese a ello, Barrios Mojica tuvo el descaro —no cabe otra palabra— de afirmar que su mandato fue positivo. Dijo que su gestión deja “avances significativos”, que transformó la Procuración de Justicia y que la Fiscalía es “referente nacional”.

La misma Fiscalía donde los propios funcionarios reconocen, en voz baja pero constante, que la institución “no tiene pies ni cabeza”. La misma donde el rezago se volvió norma y la frustración institucional, ambiente de trabajo. La contradicción entre el discurso triunfalista y la realidad es tan evidente que raya en el absurdo.

En ese contexto, no sorprende que gran parte del personal de la Fiscalía esté aplaudiendo su salida. No por animadversión personal, sino porque durante años vieron de cerca el deterioro, la falta de rumbo y la incapacidad para revertir un modelo agotado. Barrios Mojica se va porque su permanencia ya no tenía sustento técnico, político ni ético. Y se va tarde.

Ayer cerraron los registros de aspirantes para encabezar la Fiscalía. Iban 14. No se reveló la identidad de los candidatos. Pero al menos una cosa quedó despejada: la posibilidad de que Barrios Mojica buscara prolongar su ciclo. Esa idea —que en muchos generaba un temor legítimo— quedó enterrada.

El Pleno del Congreso de Tamaulipas elegirá al nuevo fiscal el próximo 29 de noviembre. La Constitución y la ley del Poder Legislativo define con claridad el procedimiento: se enviaran dos ternas (de mujeres y hombres) al Gobernador para que elija a una terna de la que el Pleno legislativo designará al sustituto de Barrios Mojica.

El nuevo fiscal deberá rendir protesta para el cargo el próximo 2 de diciembre.

Ya sabemos que estas designaciones son más políticas que meritorias. En ese sentido, ojalá que la persona seleccionada cumpla un buen perfil. No basta un abogado de papel ni un académico de escritorio. El próximo fiscal debe ser alguien con experiencia real en litigio, en investigación, en operación jurídica privada, alguien que conozca los entresijos, vicios, inercias y laberintos internos de la Fiscalía. Solo así tendrá posibilidades reales de entender el tamaño del desastre y empezar a solucionarlo. Lo contrario sería repetir la historia de improvisaciones que ya le costó demasiado al estado.

Habrá tiempo para evaluar perfiles y discutir rutas de reconstrucción. Por ahora, el hecho central es éste: la Fiscalía entra, por fin, a un periodo donde puede respirar. Y eso, después de nueve años de rezago, omisiones y simulación, ya es una noticia en sí misma.

ASÍ ANDAN LAS COSAS.

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