Columna Opinión Política.

Dr. Jorge A. Lera Mejía.

Introducción

En los últimos años, México y el mundo han sido testigos de una incipiente lucha protagonizada por las nuevas generaciones, marcando un auténtico despertar tras décadas de aparente letargo juvenil.

Frente al avance preocupante del populismo y el radicalismo dictatorial que afecta tanto a gobiernos de Occidente como de Oriente, la juventud ha comenzado a movilizarse con renovada energía y sentido crítico, rechazando la resignación y la apatía que antes los mantenían al margen de la vida política.

Este fenómeno global redefine el papel de los jóvenes como actores clave en la defensa de la democracia y las libertades fundamentales.

El nuevo Despertar

El despertar ciudadano que México está presenciando, evidenciado por movimientos emblemáticos como la “Marcha del Sombrero” y la activa participación de la llamada «Generación Z», abre una ventana de oportunidad para romper la inercia de corrupción y violencia que por décadas ha frenado el desarrollo nacional.

Por primera vez en años, una masa crítica de jóvenes y ciudadanos organizados desafía de forma pacífica y creativa el sistema de control hegemónico, señalando no solo el hartazgo frente a los viejos métodos clientelistas y represivos, sino también la voluntad de reconstruir las bases para una verdadera democracia y para el florecimiento económico.

Ciudadanizar la política y rescatar la ética pública

La emergencia de estos movimientos ciudadanos debe verse como una oportunidad para ciudadanizar la política y rescatar la ética pública. Los mexicanos pueden y deben recuperar la voz, dejar de ser simples receptores de dádivas y convertirse en agentes activos de cambio. Esta energía social puede traducirse en exigencia de transparencia y rendición de cuentas, no solo en el ejercicio de gobierno, sino también en cada instancia institucional, desde el INE y el TRIFE hasta las fiscalías y órganos de vigilancia judicial.

El fin de la simulación democrática pasa necesariamente por fortalecer estos contrapesos y blindar su autonomía.

Construir nuevas políticas contra la corrupción y el crimen

El nuevo activismo ciudadano tiene el potencial de empujar a México fuera del grupo de los países más corruptos y violentos del mundo. Esto exige, por un lado, una política criminal moderna que atienda la raíz de la inseguridad y acote la impunidad, y por otro, la reinvención de la administración pública con mecanismos efectivos de control social, auditoría ciudadana y acceso real a la información.

La presión generacional debe aprovecharse para incorporar a jóvenes en el diseño, monitoreo y evaluación de políticas públicas, volviéndolos parte integral de la solución y no solo espectadores críticos.

Impulsar el crecimiento económico con equidad

Para retomar la senda del crecimiento económico superior al 3% anual del PIB, México debe apostar decididamente por la inclusión y el capital humano. Los movimientos ciudadanos pueden presionar para poner fin a modelos rentistas, asistenciales y extractivos, y para exigir que el desarrollo industrial, la innovación tecnológica y la inversión pública respondan realmente a las necesidades sociales y no solo a los intereses de elites políticas.

Generar condiciones para la inversión transparente, el empleo formal y la educación de calidad—apoyada en instituciones autónomas y libres de corrupción—serán puntos cruciales en la transformación productiva y en el aumento sostenido del bienestar nacional.

Visión de futuro: una democracia participativa y justa

Proponer un México distinto implica que el despertar ciudadano se traduzca en procesos políticos y legislativos abiertos, en la defensa de instituciones, y en la construcción de consensos. Es imprescindible que la sociedad civil siga demandando el fin de la impunidad y exija justicia frente al crímen organizado que han devastado comunidades enteras.

Solo así se podrá despejar el camino para una democracia participativa, donde el Poder Judicial, el Congreso y los organismos autónomos operen bajo criterios de imparcialidad y servicio público, y donde los gobernantes sean servidores y no beneficiarios exclusivos del sistema.

Síntesis propositiva

En suma, los movimientos ciudadanos contemporáneos ofrecen la posibilidad real de revertir el ciclo de corrupción y violencia, y de abrir una brecha efectiva para el crecimiento económico sostenido, siempre que se mantenga la participación activa, la vigilancia institucional y la exigencia ética.

Este despertar puede y debe convertirse en una fuerza transformadora capaz de restituir el pacto social, rescatar la credibilidad de las instituciones y colocar a México en el camino de la prosperidad compartida y la justicia democrática.