SIN CENSURA
Por: Carlos Carreño Ortiz
Si alguien tenía dudas, estas ya fueron despejadas. MANUEL MUÑOZ CANO no dirige al Partido Verde Ecologista de México en Tamaulipas, lo administra como empleado de MAKI ORTIZ DOMÍNGUEZ.
Y es que lo que debió ser una muestra de unidad y fuerza política, terminó evidenciando el profundo desgaste y la fractura que atraviesa el partido bajo su mando. La mayoría de los cuadros importantes le dieron la espalda a su reelección.
Tan ‘jodido’ está el Verde y MUÑOZ CANO que el único apoyo visible fue el de CASANDRA DE LOS SANTOS FLORES, ligada directamente a la nómina familiar de los PEÑA ORTIZ, lo que dice más de la dependencia económica que de la convicción política.
La fotografía política del día fue clara: el Verde se marchita en manos de un dirigente ensimismado, autoritario y servil.
MANUEL MUÑOZ CANO ha convertido al PVEM en un satélite personal de MAKI ORTIZ, operando al servicio exclusivo de su proyecto político rumbo a 2027.
Con una dirigencia excluyente y narcisista, MUÑOZ CANO ha dejado fuera de juego a la militancia verde, cerrando espacios a quienes no se pliegan a los caprichos de la senadora y sus intereses familiares.
Lo que hoy ocurre en el PVEM es inédito en Tamaulipas: un partido capturado por la vanidad de su dirigente y el control de una familia política ajena a su historia y principios.
Lejos de fortalecer la estructura, MUÑOZ CANO la está desmantelando, minando la moral interna y fracturando al partido desde dentro. En lugar de sumar liderazgos, los desprecia; en vez de construir alianzas, impone servidumbre.
Y como si fuera poco, su historial de misoginia lo persigue.
No es un secreto que fue sancionado recientemente por atacar a una mujer, un hecho que exhibe la verdadera naturaleza del personaje: intolerante, soberbio y carente de respeto hacia quienes no se someten a su línea.
Hoy, el PVEM en Tamaulipas atraviesa su peor momento. No por falta de oportunidades, sino por exceso de egos.
MANUEL MUÑOZ CANO, lejos de ser un líder, se ha convertido en el principal obstáculo para el crecimiento del Verde.
Y la reelección que presume no es un triunfo político, sino una confirmación de su condición de marioneta de MAKI ORTIZ, movido al compás de sus intereses y financiado, según múltiples versiones, con recursos del erario de Reynosa.
En el fondo, MUÑOZ CANO y MAKI ORTIZ no son distintos de FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA y su “Cachorro” CANTÚ GALVÁN. Ambos proyectos se parecen en algo: el control absoluto de los partidos desde la sombra, la manipulación de las dirigencias y la anulación de cualquier voz disidente.
El Verde en Tamaulipas se apaga no por falta de causas, sino porque su dirigencia ha olvidado la más básico: respetar a su militancia y servir al interés colectivo.
Y mientras MUÑOZ CANO siga al frente, el PVEM no será un partido: será un feudo. Un feudo pequeño, controlado por una élite que confunde lealtad con sumisión y liderazgo con servilismo.
Hasta la próxima.