SIN CENSURA

Por: Carlos Carreño Ortiz

Mientras las familias de Reynosa siguen buscando a sus desaparecidos, los diputados locales que juraron representarlas prefieren mirar hacia otro lado.

El drama humano que desgarra a esta ciudad parece no tener cabida en sus agendas ni en sus discursos; las ausencias se acumulan, pero el silencio político pesa aún más.

Humberto Prieto Herrera, quien ya levanta la mano para convertirse en alcalde de Reynosa, no ha tenido la sensibilidad ni la valentía de enfrentar uno de los problemas más dolorosos que vive su ciudad. Quiere gobernar, pero evita hablar de los desaparecidos, como si ignorar el tema hiciera desaparecer también la tragedia.

Lo mismo ocurre con Marco Gallegos Galván, diputado local y presidente de la Comisión de Seguridad Pública. Su papel, en teoría, debería ser el de vigilar, exigir y proponer soluciones ante la violencia que asfixia a los tamaulipecos. Pero en los hechos, se comporta como si “la virgen le hablara” cada vez que se toca el tema de las desapariciones. Su silencio lo hace cómplice de la indiferencia institucional.

En Reynosa, las madres siguen caminando con fotografías al pecho, con la esperanza de encontrar respuestas que nunca llegan. Pero mientras ellas alzan la voz, sus representantes callan. No hay pronunciamientos, no hay exigencias, no hay propuestas. Sólo hay omisión.

Resulta insultante que quienes deberían ser la voz del pueblo estén más ocupados en sus aspiraciones políticas, en sus alianzas y en sus fotos de redes sociales, que en atender la tragedia que carcome a su propio municipio.

La gente de Reynosa no necesita discursos vacíos ni promesas de campaña anticipadas. Necesita empatía, compromiso y resultados.

Y eso, lamentablemente, es lo que menos están ofreciendo sus diputados.