Reflector/Gilda R. Terán.
Ahora que ya estamos en vísperas, del día 2 de noviembre, fecha que para algunos
representa recordar a sus seres queridos que han partido ya de esta vida terrenal,
recordemos el inicio de estas costumbres en México.
El Día de Muertos es considerado una de las tradiciones más representativas de nuestra
cultura mexicana, la cual se acostumbra celebrar a partir del día primero de noviembre,
dedicado a todos los santos en especial a los “angelitos”, es decir niños fallecidos y el 2 de
noviembre dedicado a los adultos difuntos.
Esta tradición se remonta a la época prehispánica y desde entonces es festejada a través de
los diversos rituales por más de 40 grupos indígenas del país, una parte esencial de esta
tradición es la visita a los cementerios.
Ya sea de día o de noche, las familias acuden en forma respetuosa y colocan arreglos
florales, velas sobre las tumbas para así mostrarles a las almas el camino para regresar a
casa.
Además de estas visitas es común que en las casas, edificios y espacios públicos sean
colocados los altares de muertos, como reconocimiento a uno o varios difuntos, los
elementos que se pueden encontrar en los altares de muertos son, el papel picado de
colores, generalmente de colores morado, rosa y naranja que simbolizan la unión de la vida
y la muerte.
También utilizan las veladoras blancas, símbolo de amor que guía a las almas al altar, asi
como flores, en especial el cempasúchil que representa la tierra, además objetos personales
del difunto y fotografías esto lo hacen en forma de homenaje.
Bebida y comida favorita del difunto, para que pueda disfrutarla en su regreso, incluyen el
pan de muerto, tradicional de esta temporada, agua natural para saciar la sed del difunto, y
calaveritas de dulce comúnmente con el nombre del fallecido escrito sobre la frente.
La celebración del día de muertos es una mezcla de una devoción mística donde se conjuga
lo religioso y lo pagano, el miedo y la burla, en fin a la muerte se le hacen canciones,
humorismo blanco en caricaturas y “calaveras” en fin es toda una tradición mexicana.
Por cierto el Gobierno del estado, preserva las tradiciones y costumbres mexicanas y esta
fecha memorable de rendir culto a los fieles difuntos, no pasa desapercibido por lo que
prepara una gama de actividades alusivas a estos días.
En este sentido, la Comisión de Parques y biodiversidad de Tamaulipas, tiene preparada
para el sábado 8 de noviembre, un encuentro de magia con mitos y leyendas , cuentos y
demás historias de estas fechas.
Esta fiesta de octubre será en el Planetario en donde las familias disfrutaran de actividades
recreativas, culturales, además habrá historias y temas afines al día los difuntos, en fin se
rematara con una gran fogata bajo las estrellas, además habrá stand con puestos de ventas
de emprendedores.
“NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS…….”
En esta estancia terrenal hay un adagio que dice “no hay mal que dure cien años ni cuerpo
que lo resista”, pero para muchos solo son palabras de consuelo y para otros tiempos de
desesperanza, en el que perciben solo un final desalentador.
Pero no se preocupe, todo acabará algún día solo tiene que sobrevivir el tiempo suficiente,
ya que hasta las sendas más vertiginosas, terminan cuando llega el final, tal vez sobrevenga
el abatimiento físico y mental el cual se asemeja a un túnel sin salida.
Y si somos permisivos a estos males, en su estadía serán típicas las situaciones de alto
estrés, en donde el cuerpo reacciona poniéndose en estado de alerta, y la verdad es que no
todos nos tomamos igual las dificultades que se nos ponen enfrente, pero todos tenemos
piedras en el camino y preocupaciones que quisiéramos evitar.
Hay personas que consiguen sobrellevar los obstáculos eficazmente y otras a las que el
cúmulo de problemas les parece como un gigante aterrador, que les roba y aniquila su
fuerza emocional.
Es normal que se sienta fragilizado, ya que en ocasiones los miedos que hemos
experimentado en algún momento de nuestras vidas, se presentan como días nublados a
los cuales no podemos vencer, en vez de percibirlos solo como vendavales sin rumbo.
Hay que tomar en cuenta, que en ocasiones el temor nos paraliza, y podemos hasta generar
situaciones imaginarias, que nos impide ver la realidad y por lo tanto no actuar, ya que este
mecanismo se activa con frecuencia cuando no tenemos control de una situación, o cuando
no sabemos qué puede pasar en el futuro porque algún aspecto que nos daba seguridad se
ha modificado.
Y bueno, hasta cierto punto, es un instinto natural huir de lo que nos da miedo y buscar para
abrazar lo que nos da seguridad, y como queremos sentirnos seguros, la mente quiere
anticipar situaciones trayéndolas al presente en los pensamientos, para intentar controlarlos.
Consideremos que a lo largo de nuestra vida, muchas veces tenemos que enfrentarnos a
situaciones difíciles e imposibles de superar humanamente hablando, ellas se levantan
contra nosotros intentando no sólo afectarnos en lo físico- emocional, sino también en lo
espiritual.
Y es que en el diario vivir, con frecuencia, se nos acercan monumentales chaparrales y a
veces se quieren quedarse instalados en nosotros, entre estos pueden ser emociones, como:
el miedo, desánimo, rabia, tristeza, impaciencia, pesimismo, depresión, envidia,
enfermedades, etc.
Debe de saber que estos estados emocionales si se le permite por largo plazo su
permanencia en nuestras vidas, alimentándolos en lugar de combatirlos, derivará en
afectación de nuestra salud física-mental, espiritual, en si enfermedades que pueden
estancarse para aniquilar el alma.
Pero hay una verdad incuestionable, en la cual no importa cuán profundo parezca que
estamos sumergidos por los problemas y las dificultades; siempre tendremos la esperanza
que con Cristo podemos comenzar de nuevo.
Lo único que necesitamos es creer que para el Salvador de este mundo, no hay nada
imposible, ya que todo lo que para el hombre es imposible para Dios es posible. Mateo 19:
26, no importa cuánto se demore sigua esperando los tiempos perfectos.
Tenga la fe que Dios quiere darnos descanso, y regalarnos su paz en medio de la tormenta,
no se aflija solo confíe en Jesucristo entréguele a él sus cargas, 1a. Pedro 5: 7 “echando
toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” y es que para poder
pensar con claridad en medio de los problemas necesitamos estar en paz con nosotros
mismos.
“Con Jesucristo somos más que vencedores”.
Nos vemos en la próxima.
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