Columna Rosa, sólo para Mujeres.
Por: Lic. Bárbara Lera Castellanos.
La economía mexicana ha experimentado una transformación significativa a través de la creciente participación de la mujer en las labores operativas y profesionales, un fenómeno que simboliza la superación de las estructuras de discriminación que caracterizaron a una sociedad tradicionalmente machista y dominada por los hombres.
Evolución de la participación femenina
Según el INEGI, para 2025 la tasa de participación económica de las mujeres mexicanas alcanzó el 45.5% de la población laboral, frente al 75% de los hombres.
Aunque la brecha persiste, representa un avance frente al 41.3% registrado en 2018.
Este progreso ha sido impulsado por políticas públicas que favorecen la inclusión, como la reforma de subcontratación, el aumento salarial y los programas de equidad laboral.
Impacto económico de la inclusión
Estudios del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señalan que incorporar a más mujeres a la economía podría incrementar el PIB nacional hasta en 6.9 billones de pesos durante la próxima década, generando un crecimiento anual de 630 mil millones de pesos.
Además, se estima que si México alcanzara el nivel de participación laboral femenina promedio de la OCDE (67%), el PIB podría crecer 3.7% adicional y el valor económico del trabajo femenino aumentaría 35%.
Persistencia de retos estructurales
A pesar de los avances, la discriminación laboral, la brecha salarial y la falta de representación en puestos de liderazgo siguen siendo desafíos constantes.
El 38% de las mujeres considera que la discriminación en los procesos de contratación es el principal obstáculo para su desarrollo profesional, mientras que un porcentaje considerable percibe desventajas económicas y de ascenso derivadas de sesgos de género.
En 2025, 18.1% de las mujeres ocupadas reportó haber sufrido discriminación laboral o violencia en sus espacios de trabajo.
Superación cultural y profesional
La transición hacia una economía más inclusiva no solo se manifiesta en cifras, sino en un proceso de cambio cultural. Las mujeres han ocupado cada vez más espacios de responsabilidad y liderazgo: en 2025, cerca del 39% de los puestos directivos en México están liderados por mujeres.
Además, el impulso del emprendimiento femenino y las redes de mentoría han servido para que miles de mexicanas se desarrollen fuera de los esquemas tradicionales de subordinación.
En suma, la visión de la economía mexicana desde la participación femenina evidencia un proceso de emancipación económica, profesional y cultural.
Aunque aún prevalecen obstáculos estructurales, las mujeres se han consolidado como una fuerza de transformación económica esencial, contribuyendo no solo a la productividad del país, sino también a la redefinición de su tejido social en el siglo XXI.