Por José Gregorio Aguilar 

Miércoles 15 de octubre de 2025

De pronto, el PRI estatal descubrió la corrupción.  Bruno Díaz Lara, su dirigente en Tamaulipas, alzó la voz para denunciar que el 68% de los agentes aduanales están tentados a caer en actos corruptos, según datos de la propia Secretaría de Hacienda y la Agencia Nacional de Aduanas (ANAM).

Pero más allá del dato —grave, sin duda—, la ciudadanía no olvida: el PRI gobernó durante décadas las aduanas, los puertos, los cruces, y calló cuando el sistema se pudría desde adentro.

 “Ya hemos visto cómo las aduanas se han convertido en nidos de corruptos”, dijo Bruno. 

Lo que no dijo es cuántos de esos nidos fueron incubados bajo gobiernos priistas.

La crítica del PRI a la nueva Ley Aduanera parece más un intento de revivir una dirigencia que camina con respiración asistida, que una defensa real del interés público. 

Bruno Díaz, con micrófono en mano, busca reflectores en un escenario donde su partido apenas proyecta sombra, como la que refleja el PRI municipal de ciudad Victoria, encabezado por Alejandro Montoya, el cual ya no figura ni en los obituarios políticos, preparándose para este 2 de noviembre, en donde celebrará el día de los Difuntos con honores propios, entre veladoras, silencio y urnas vacías.

El problema es real hay más de 7 mil carpetas de investigación abiertas, y  aunque sí es real que la nueva ley podría dejar intacto el sistema pero cuando el PRI levanta la voz, la ciudadanía también recuerda  las redes de contrabando que operaron con impunidad, los pactos silenciosos en los cruces  y los  años en que la corrupción no era escándalo, sino costumbre