La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
Sin optimismos mal fundados, o pesimismos bien imaginados, nos llevaremos años, para reemplazar el sistema político generado por el reinado de las bandas delincuenciales tamaulipecas que lo tomaron por asalto en décadas de permisiva tolerancia del estado mexicano.
Mucho tuvo que ver el ejercicio del pensamiento neoliberal en el ejercicio de gobierno.
En su ánimo privatizador, dejaron que las bandas antisociales se apropiaran hasta de las estructuras de seguridad pública que permitió que manos privadas coparan las redes de vigilancia de los gobiernos y sus instrumentos para desplegarla.
No sé si habrá notado: no hay policías preventivos -municipales- y los policías ministeriales desaparecieron cuando más los necesitaba la sociedad.
Años hemos estado viviendo ese pernicioso fenómeno.
Felipe Calderón en un perverso plan para destruir al estado benefactor, regaló a los grupos antisociales todos esos elementos que proveían -con sus censurables conductas, pero existían- cierta seguridad para la población.
Proliferaron, por ese motivo, numerosos negocios de seguridad privada en establecimientos comerciales, bancos, escuelas, etc.
Pero eso sí: los funcionarios de gobierno llevan seguridad extraída de los efectivos de lo poco que queda de la seguridad pública encargados de dar protección a los ciudadanos.
Ahí sí: no les alcanza para contratar seguridad privada; en esos casos, consideran mejor que les provea de rurales, efectivos de la Guardia Estatal y demás corporaciones que paga el gobierno; y en última estancia los ciudadanos.
Esas conductas permearon tanto en la esencia de nuestro sistema político, que hace prever, será larga la limpia para sanearlo.
Y más, cuando diversos personajes sobrevivientes al viejo régimen se resisten y continúan con las viejas prácticas de saqueo e inmoralidad al frente del servicio público.
¿Cuántos años se requerirá para drenar esos cuadros políticos que parecen bandas delincuenciales en la región?
¿Cuántas décadas habremos de esperar para ver la emergencia en el horizonte, una clase política progresista y con conciencia social?
Parece que la limpieza desplegada por la presidenta Claudia Sheinbaum, en Tamaulipas, es nada más por encimita.
Decomisan millones de litros de guachicol y sólo aparecen dos o tres detenidos; pocos procesados para tanto daño a la nación.
Se habla de una red criminal trasnacional que opera a nivel global, saqueando los recursos de la paraestatal de PEMEX. Se sabe de la participación de Adán Augusto López y Andy López Beltrán en esos ilegales movimientos; y ahí siguen en sus puestos y en su defensa argumentan la vieja retórica del PRIAN: es una embestida política para desprestigiarlos.
Y aquí, Olga Sosa y José Ramón Gómez Leal, igual: se hacen que la virgen les habla.
El cinismo y la impunidad están devorando a la IV T y su Segundo Piso.