LOS HECHOS
POR José Inés Figueroa Vitela
La persona más interesada en que no sigan desapareciendo personas y encontrar a quienes
han caído en esa condición en Tamaulipas, es el Gobernador Constitucional del Estado,
AMÉRICO VILLARREAL ANAYA .
Desde las últimas semanas del pasado sexenio, en este espacio advertimos sobre el creciente
fenómeno, ante a la abulia de las autoridades de entonces, así como la reducción y
recuperación de grupos enteros e individuos, en cuanto asumió el nuevo gobierno.
Ayer, personalmente el doctor AMÉRICO se reunió, como no lo hicieron sus antecesores ni
muchos lo han hecho por otras latitudes, a dialogar y trabar compromisos con los
representantes de nueve colectivos de la sociedad civil en búsqueda de sus cercanos.
Lo primero que surgió del encuentro fue precisamente el reconocimiento a la disposición y
apertura del Jefe del Ejecutivo, entre denuncias de las agresiones y amenazas que recibieron
por respuesta a sus demandas el gobierno panista pasado.
La política de puertas cerradas y oídos sordos del pasado, al clamor de los familiares y amigos
en búsqueda de sus seres queridos, en contraste con el acercamiento y diálogo de ahora, el
encuentro de las mejores formas para transitar a los mejores resultados posibles en esta
jornada humanitaria.
El doctor VILLARREAL ANAYA comprometió todos los esfuerzos de. su gobierno para
mantener a la baja la incidencia de ese delito; de sumar todas las capacidades institucionales
con los afanes de la sociedad civil; de concederles voz en la asignación de apoyos especiales a
la familias de las personas desaparecidas, así como integrarlos en las Mesas Ciudadanas para
la Construcción de la paz.
Petición planteada, petición atendida en el acto.
Cuando se quiere, se puede y hoy, en el tema de los colectivos de buscadores y buscadoras se
está pudiendo.
En eso de remontar el pasado tortuoso, en el proceso transformador de la vida nacional y
estatal, hace mucho que la edad, el género, la condición física, económica, o cultural, entre
otros nichos y etiquetas, dejaron de ser el motivo de la definición de las personas.
Pero, en tratándose del ejercicio del derecho de las mujeres a acceder a espacios de decisión
pública y política, no solo es una falta social; es un delito muy penado y perseguido de un
tiempo acá, en justo desagravio a la histórica marginación, obstrucción y persecución de los
varones a las féminas, por esos mentideros.
La diputada local morenista, KATALYNA MÉNDEZ CEPEDA, alzó la voz -y no precisamente en
una arenga de pasillo, sino en la tribuna de la diputación permanente- para denunciar lo que
considera una expresión machista y misógina de quien dirige al Partido Verde en Tamaulipas,
MANUEL MUÑOZ CANO.
El pasado 4 de septiembre, el susodicho se fue grande en una entrevista, refiriéndose a la
legisladora como “la niña que está en el Congreso”, con ese dejo condescendiente que tantos
años de política vieja arrastran.
Pero en esta ocasión, la frase no pasó desapercibida.
“No soy ninguna niña que anda corriendo por los pasillos de este Congreso”, soltó MÉNDEZ
CEPEDA, visiblemente firme: soy mujer, madre de familia, y estoy aquí trabajando como
Diputada Local gracias a casi 50 mil votos. Así dejó en claro que su lugar en el Congreso no es
casualidad, ni cuota, ni ornato.
Más aún, en la vigencia plena de la gestión legislativa de la denunciante, aparece el récord
personal con un paquete de iniciativas de mucha trascendencia presentadas, la mitad de las
cuales, al menos, han sido aprobadas con un amplio acompañamiento de los demás
integrantes del pleno.
La denuncia no es menor.
Se trata de un señalamiento de violencia política en razón de género, figura reconocida por la
ley, aunque aún incómoda en el ejercicio diario de los que, como MUÑOZ CANO, se resisten a
entender que la política ya no es un club de caballeros.
La legisladora llevó el asunto hasta el Instituto Electoral de Tamaulipas, donde formalizó la
denuncia contra el dirigente verde y mientras lo hacía, aprovechó para recordarle al pleno de la
permanente que la violencia de género no siempre es física ni explícita.
Que hay comentarios, gestos, apelativos, que se cuelan como microagresiones, pero que
hacen el mismo daño y que nombrarlos, como lo ha dicho la Presidenta Claudia Sheinbaum, es
el primer paso para combatirlos.
“Dudo mucho que si yo fuera un diputado hombre de 30 años, el señor MUÑOZ me llamara ‘el
niño’. Esto es sexismo, y debe nombrarse como tal”, advirtió y los más estamos de acuerdo en
ello.
Quizá lo que más incomoda no es su edad, ni su tono, ni su género, sino el hecho de que está
donde muchos no quieren que esté: legislando, alzando la voz y exhibiendo los vicios que otros
prefieren tapar con palabras pequeñas.
Terceras intenciones, no descartables, solo se entenderían al recuerdo de las viejas práctica
del sistema que se fue, conocido en su epílogo como el PRIANISMO, condenadas al mismo
destino del ostracismo.