CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
El operativo que desmanteló una red de huachicol fiscal con ramificaciones en Tamaulipas es, sin duda, un golpe importante. No solo por la magnitud del decomiso —más de 10 millones de litros de combustible—, sino porque esta vez sí hubo detenidos. Entre ellos, un vicealmirante en activo de la Marina. Ese detalle lo cambia todo.
México está acostumbrado a escuchar noticias sobre aseguramientos espectaculares: toneladas de droga, camiones repletos de armas, cargamentos de gasolina ilegal. Lo que nunca aparecía eran los responsables. El caso de Tampico rompe con esa inercia y, en ese sentido, merece reconocimiento.
Pero sería ingenuo pensar que un solo golpe basta para hablar de un cambio estructural. El huachicol fiscal no se improvisa. Opera con redes financieras, protección institucional y complicidades políticas. Si hoy cayó un vicealmirante, es porque durante años miró para otro lado más de un alto funcionario. ¿Cuántos siguen ahí, intactos?
Ese es el verdadero reto de Claudia Sheinbaum y de Omar García Harfuch: demostrar que el golpe no es un hecho aislado ni un golpe mediático, sino el inicio de una política sostenida que alcance a los peces gordos, aunque duela políticamente.
Es innegable que poner a un policía de carrera al frente de la seguridad del país ya rinde frutos. Harfuch no improvisa ni juega a la propaganda: arma investigaciones, coordina operativos, trabaja con inteligencia. Esa es la diferencia con el pasado reciente. Ahí, la seguridad fue campo de experimentos de políticos sin idea, más interesados en las encuestas que en enfrentar a los criminales.
Sin embargo, no basta con tener un policía al mando. El país exige una estrategia integral. Combatir al huachicol con detenciones es útil, pero insuficiente si no se cierran las llaves que lo alimentan: la corrupción aduanal, la red de gasolineras que compra combustible ilegal, los empresarios que lavan el dinero y los políticos que lo protegen.
La pregunta es: ¿habrá voluntad para tocar esos intereses? Porque encarcelar a un vicealmirante es noticia, pero sentar en el banquillo a empresarios influyentes o a políticos bien conectados sería un verdadero parteaguas.
El operativo de Tampico manda un mensaje correcto: que el gobierno quiere mostrar resultados, que la impunidad no es intocable. Pero todavía falta demostrar que ese mensaje no se diluye con el paso de los meses. México ya tuvo demasiados “golpes históricos” que quedaron en anécdota.
Un año de gobierno es suficiente para mostrar avances, pero insuficiente para cantar victoria. El país necesita menos discursos triunfalistas y más consistencia. La gente quiere hechos, y hechos que se sostengan en el tiempo. Porque la violencia no se reduce con golpes aislados, sino con política de Estado.
Este caso abre una oportunidad. Si Sheinbaum y Harfuch convierten este operativo en el inicio de una cadena de golpes sostenidos, México podría recuperar confianza en sus instituciones. Si no, será un capítulo más en la larga historia de la impunidad.
De lo que no hay duda es que el país necesitaba un policía al frente de la seguridad. Pero ahora hace falta algo más: visión de Estado. Sin eso, la detención del vicealmirante quedará como una anécdota espectacular, no como el principio del fin de un negocio criminal que lleva décadas robándole al país.
EL RESTO.
EL DELEGADO BLINDADO.-
Cuatro meses y medio después de la detención del delegado del IMSS en Tamaulipas, José Luis Aranza Aguilar, en posesión de un arma de fuego y con una fuerte suma de dinero, lo único claro es la celeridad con la que la maquinaria oficial se movió para blindarlo. Mientras el expediente duerme en algún cajón, el funcionario sigue despachando como si nada hubiera pasado, protegido por un manto de silencio institucional.
La pregunta es inevitable: ¿a quién le urgía cubrirle las espaldas? La falta de transparencia en el caso no solo alimenta sospechas de corrupción, también exhibe la selectividad con la que se aplica la justicia. Si hubiera sido un ciudadano común, ya estaría tras las rejas. Pero tratándose de un alto funcionario, la impunidad opera a toda velocidad.
ASI ANDAN LAS COSAS.