-Gresca en el Senado deja muy mal parado al parlamento azteca
-Sin ser “peritas en dulce” Alejandro humilló a Gerardo Fernández
-El ex presidente de la Mesa Directiva recibió una “sopa de su propio chocolate”
H. Matamoros, Tamaulipas.-El enfrentamiento verbal y físico (empujones) que protagonizaron en el Senado de la República GERARDO FERNÁNDEZ NOROÑA, presidente de la Mesa Directiva hasta el 31 de agosto, y ALEJANDRO MORENO CÁRDENAS, dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), dejó por los suelos el parlamento azteca, sin que quiera decir que ese tipo de actos solo suceden en México.
Sin embargo, en el terreno personal de ambos legisladores, lógicamente y a juzgar por los videos que han dado la vuelta al mundo, FERNÁNDEZ NOROÑA llevó las de perder y, en cambio, los bonos de MORENO CÁRDENAS tendieron al alza en las redes sociales, al margen de que tanto el uno como el otro utilizan los llamados “boots” promocionales.
El ahora ex presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Alta del Congreso de la Unión prácticamente recibió una “sopa de su propio chocolate” al subestimar al legislador y presidente del CEN del PRI, quien tampoco es una “perita en dulce” pero, al final de cuentas, puso en su lugar a quien ha fincado su carrera política a base de gritos, insultos y altanerías amparado, primero, por el Partido del Trabajo, y por Morena en el segundo piso de la Cuarta Transformación.
En términos coloquiales, GERARDO FERNÁNDEZ NOROÑA es el fiel ejemplo de que no es lo mismo ser “cantinero que borracho” a juzgar por sus actitudes diametralmente opuestas durante su paso por la oposición al régimen en turno y al oficialismo que lo ampara desde 2018, gracias a su “compañero presidente” ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
Durante el zipizape en el Senado de la República el ex petista y ahora morenista lució bastante mal en la conducción de la sesión legislativa lo que provocó el desaguisado, pésimamente durante el enfrentamiento verbal y empujones a pesar de su estatura y, peor aún, al tener que huir por peteneras tras el empujón y derribamiento de su “muro de contención” en la persona de su empleado que la toma fotos, videos y alimenta sus redes sociales, EMILIANO GONZÁLEZ.
Pero no tan solo eso. El equipo médico y de logística en el recinto legislativo con mayoría guinda se exhibió ante el mundo entero con el pésimo montaje para presentar al empleado de FERNÁNDEZ NOROÑA con protector cervical y cabrestillo para sostener un brazo, producto de lesiones que “milagrosamente” sanaron algunas horas después.
La mala fama que envuelve al senador morenista respecto a su conducta dentro y fuera de San Lázaro o del Senado es lo que provocó que un sector mayoritario de la población mexicana aceptara con agrado la humillación recibida ante la vista de propios y extraños.
Hipócritamente, GERARDO FERNÁNDEZ argumenta que las diferencias políticas entre grupos antagónicos se resuelven mediante el diálogo y el debate, cuando sus intervenciones en la Cámara de Diputados o en la Cámara Alta como parte opositora siempre se ha caracterizado por actitudes y conductas muy alejadas de las mas elementales reglas de educación y convivencia.
Sobra decir que ALEJANDRO MORENO CÁRDENAS no es precisamente el fiel reflejo de defensor de la democracia, de las libertades, benefactor de la sociedad mexicana y, sobre todo, un dirigente partidista de altura. Sin embargo, la confrontación con GERARDO FERNÁNDEZ NOROÑA le generó momios favorables porque, desafortunadamente, nadie lo había puesto en su lugar en esas condiciones humillantes.
Aunque, eso sí, vale la pena mencionar que la senadora LILLY TÉLEZ-antes morenista, ahora panista-se ha convertido en la “piedras en el zapato” de quien el pasado 31 de agosto se despidió como presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
DESDE EL BALCÓN:
I.-Eso de bravuconadas y humillaciones trae a la memoria un incidente ocurrido hace algunos ayeres en una entidad del norte de la república mexicana en donde se hicieron presentes los gritos, “mentadas de menta” y reto a la violencia física por parte de un personaje que se conduce muy similarmente al senador GERARDO FERNÁNDEZ NOROÑA.
Lo que inició como un enfrentamiento verbal se transformó en sonora bofetada por parte de quien aguantó de todo, menos que lo tildaran de cobarde.
Ante la humillación recibida (para eso son las bofetadas) el personaje que presume de un sinfín de títulos universitarios, escritor y jurado en premio de literatura intentó desquitarse con remedo de puntapié que fue bloqueado por su rival, quien se quedó con el zapato en la mano (era un mocasín café, por cierto) y terminó en el piso al perder el equilibrio.
Al igual que FERNÁNDEZ NOROÑA, el sujeto de marras se victimizó con el argumento de que él era una persona de la tercera edad y que un “muchachito» norteño le había faltado al respeto, sin tomar en cuenta que ese “jovenzuelo”, el mismo año de la gresca, arribaba al clásico grupo de edad “65 y más”.
Para su buena fortuna, el tipo en mención había salido avante en infinidad de bravuconerías en donde sus interlocutores se quedaban con la humillación. Sin embargo, para su desgracia, “perdió el cetro” al subestimar a quien confrontó.
Tanto el senil en mención como el senador FERNÁNDEZ NOROÑA son los clásicos bravucones “espantatontejos” que siempre logran su cometido hasta que alguien los coloca en su lugar.
Ni hablar.
Y hasta la próxima.