Por: Luis Enrique Arreola Vidal.
El telón que se levanta.
La columna de Juan Antonio Montoya Báez en El Patinadero abrió la escena, pero lo que parecía un sainete político se ha convertido en un drama de proporciones mayores.
Lo narrado no es un rumor de pasillo: son piezas de un tablero que exhibe cómo las compras públicas de Tamaulipas se han transformado en un espectáculo de padrinazgos, improvisación y favoritismos.
La 4T prometió transparencia. Lo que hoy tenemos es un teatro de sombras.
Juan Diego Guadalupe Alemán Puga: del anonimato al “rey del moche”.
El expediente patrimonial de Juan Diego Guadalupe Alemán Puga lo pinta como lo que es: un contador público formado en la UAT, con experiencia en despachos contables y en la COMAPA . Hasta hace unos años, era un auxiliar administrativo más en el IPSSET.
De pronto, un salto olímpico: ahora mueve contratos, selecciona proveedores y decide quién cobra y quién no.
Se ha ganado a pulso el mote de “rey del moche” porque, en la práctica, ningún contrato avanza sin pasar por su venia.
Los proveedores de cabecera.
No hablamos de cuentos, hablamos de nombres y giros:
• Rolando Compeán / Seguvic – Material de limpieza.
• Castor Home – Ferretería.
• Antón Ghattas Antón y María Cristina García López – Equipo de cómputo.
• Julio César Gallegos Pérez – Fumigación.
Estas empresas aparecen una y otra vez en adquisiciones y servicios.
Varios proveedores, que aceptaron hablar bajo reserva, aseguran sentirse extorsionados para poder mantener sus contratos.
“Aquí no es quién ofrece mejor precio o calidad, sino quién paga el peaje”, declararon.
Mara Elizabeth Muñiz Lerma: ¿una restaurantera en las grandes ligas de adquisiciones?
Aquí la ironía se escribe sola. La Subsecretaria de Administración, Mara Elizabeth Muñiz Lerma, llegó con un currículum que incluye:
• Consultora de negocios en la UAT.
• Profesora parcial en la Universidad Politécnica de Victoria.
• Administradora del Restaurant El Edén.
¿Es esta la escuela ideal para manejar adquisiciones públicas por miles de millones? La administración de PYMES y restaurantes es digna, pero no sustituye la pericia en control presupuestal, auditorías ni licitaciones.
En cualquier democracia seria, este perfil encendería alarmas. En Tamaulipas, parece suficiente.
Transparencia prometida, discrecionalidad aplicada.
Mientras la federación presume la “transformación” con mayúsculas, en el estado se aplican minúsculas reglas del juego: empresas consentidas, funcionarios improvisados y proveedores que denuncian presiones económicas para sobrevivir.
El problema no es solo Juan Diego Alemán Puga ni sus proveedores favoritos: es el sistema que permite que este teatro se monte una y otra vez.
Conclusión: cuando el cambio no cambió.
La 4T en Tamaulipas juró desterrar la corrupción. Hoy, lo que vemos es un libreto viejo con actores nuevos. Los mismos vicios, las mismas prácticas, los mismos “reyes del moche” disfrazados de servidores públicos.
Las declaraciones de proveedores que se dicen extorsionados deberían ser suficientes para abrir una investigación seria. Pero hasta ahora, reina el silencio.
Es momento de que la Contraloría Gubernamental, la Auditoría Superior del Estado y la Fiscalía Anticorrupción demuestren si sirven para algo más que archivar papeles.
Porque si este caso se barre bajo la alfombra, la narrativa oficial quedará desnuda: no fue transformación, fue reciclaje.