DE PRIMERA …… LA DAMA DE LA NOTICIA
POR ARABELA GARCIA …. 01 DE SEPTIEMBRE DE 2025
«El Ciego Que No Quiere Ver»
Por alguien que sí se quitó la venda
Triple destape o triple bofetada a la inteligencia colectiva. El Partido Verde Ecologista —ese partido que camina por la vida como rémora política, pegado al tiburón que más votos le garantice— decidió hacer su gran anuncio rumbo al 2027: Maki Ortiz a la gubernatura de Tamaulipas, Carlos Peña Ortiz para lo que se deje y Cassandra De los Santos para seguir jugando a ser política profesional.
¿Así o más reciclado el menú?
El “destape” (que más bien huele a destilado de cinismo) fue orquestado por Arturo Escobar, un personaje que ha hecho del cinismo político una carrera de fondo, y acompañado por el dirigente estatal del Verde, Manuel Muñoz Cano, que parece haber entendido que en Tamaulipas, la política no es para quien quiere servir, sino para quien quiere servirse.
El regreso de Maki: cuando el pasado quiere disfrazarse de futuro
Que no nos vengan con cuentos. Maki Ortiz no es nueva, ni fresca, ni verde. Es más bien un cartucho quemado envuelto en celofán ecológico. Fue alcaldesa de Reynosa dos veces, impulsada por el PAN, después coqueteó con Morena, y ahora aterriza en el Verde. En la política mexicana eso no se llama “pluralidad”, se llama camaleonismo profesional.
¿Su legado? Un Reynosa plagado de inseguridad, con más baches que soluciones y un sospechoso blindaje mediático que ocultó más de lo que mostró. Pero claro, como dijo Escobar en su oda a la autocomplacencia: “tiene experiencia”. Sí, experiencia en brincar de partido en partido como si fueran piedras en un río lleno de intereses.
Peña Ortiz: el heredero que no hereda credibilidad
¿Carlos Peña Ortiz? El hijo de Maki, el que fue impuesto como alcalde de Reynosa cuando ella dejó la silla caliente. A sus 30 y tantos años, sigue dependiendo políticamente de los hilos que mueve mamá.
Escobar, sin rubor, soltó que “tiene más futuro que presente”. Traducción: ahorita no sirve para mucho, pero si lo seguimos inflando, quién sabe. El problema es que Tamaulipas no está para apuestas ni para experimentos genéticos entre poder político y nepotismo.
«El Verde se pone más rancio: Maki, su hijo y la diputada invisible listos para ‘salvar’ Tamaulipas»
Cassandra De los Santos: el eslabón sin fuerza
¿Y Cassandra? Una diputada que ha pasado más desapercibida que útil. Ni propuestas que hayan cambiado el rumbo legislativo, ni escándalos —lo cual, en este contexto, podría considerarse una virtud. A lo mejor por eso la quieren mandar a Río Bravo, donde con suerte, nadie se entera.
¿Cambio? ¿De verdad?
Esto no es un cambio de estafeta, es una reventa descarada del mismo boleto perdedor. Lo disfrazan de renovación, lo maquillan con color verde, pero es el mismo elenco de siempre, con las mismas mañas y los mismos patrocinadores.
¿Y el pueblo? A seguir votando entre opciones clonadas. Mientras tanto, en Tamaulipas hay cientos —¡miles!— de ciudadanos con perfiles limpios, con vocación de servicio, que no tienen escándalos ni expedientes sucios. Pero claro, ellos no tienen apellidos ni palancas, ni besan los anillos de los dueños del circo.
Trump tenía razón… y eso ya es decir mucho
Hasta Donald Trump ha señalado el problema: México tiene una imagen terrible. Y no por los ciudadanos, sino por sus gobiernos. ¿Cómo defender al país cuando hasta nuestras propuestas políticas parecen salidas de una mala serie de narcopolítica? Con escándalos, familiares en el poder, y partidos sin identidad más allá del oportunismo.
Quieren curar el cáncer con otro tumor.
Quieren arreglar la desconfianza con más de lo mismo.
Quieren hacernos creer que los que ya fallaron ahora sí nos van a salvar.
Pero como siempre en política, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Tamaulipas merece más que una dinastía disfrazada de proyecto verde.
Y el electorado, más que promesas recicladas.
Que el 2027 no sea un déjà vu…
Porque ya basta de votar con los ojos vendados.
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