Cd. Victoria, Tam.- Imágenes loables, dignas del mejor aplauso, si se presentan como ideales a seguir, caminos por recorrer, metas a cumplir, propósitos en marcha. El pequeño error viene de invocar los deseos en tiempo presente, en calidad de realidades irrefutables.

Me enteré de ello en una foto que circuló en redes, donde aparece LUISA MARÍA ALCALDE frente al micrófono, con una leyenda superpuesta a manera de cita textual: “Cuando gobierna MORENA no hay baches, ni problemas de drenaje, ni de alumbrado público.”

Pensé que era un meme, fake, falsificación malintencionada, sarcasmo cruel. Pero luego vi el video y comprobé que, en efecto, esas fueron sus palabras en una gira por Puebla.

Se armó la polémica. La oposición, amén de reconvenir a LUISA MARÍA entre la burla y el reclamo hiriente, se dedicó a ejemplificar (cada cual desde su ciudad) calles y barrios donde los baches, las fallas de drenaje y alumbrado son el pan de cada día para millones de mexicanos.

A la inversa, militantes devotos de MORENA atribuyeron el dislate a una tergiversación, adulteración, cita fuera de contexto orquestada por la derecha, los neoliberales y especies cercanas.

Vistas las cosas con lupa, ambos bandos tienen parte de la razón, aunque los dos hayan reaccionado desde la sinrazón. En una mirada más amplia, la dirigente partidista proyectó tales afirmaciones hacia el futuro. Cualidades idóneas que los ayuntamientos guindas deben alcanzar con trabajo y buena administración.

Requisito indispensable para que (entonces sí) podamos reconocer que “cuando gobierna MORENA” no hay baches, ni problemas de drenaje, ni de alumbrado público.

INDICATIVO, SUBJUNTIVO

En el fondo es un tropiezo gramatical que la señora ALCALDE debió considerar. En particular cuando se hacen declaraciones tan explícitas, contundentes, directas. Le faltó bordar mejor sus palabras.

Sobre todo en lo que concierne a los tiempos verbales. Hay responsabilidad en la oradora al hablar en presente para referirse a deseos que aún distan mucho de ser realidad.

Nada hubiera pasado con un ajuste (observe usted)… ¡de una sola letra!. Bastaría con haber cambiado la aplicación del verbo gobernar. Decir “gobierne” (en modo subjuntivo) en lugar de “gobierna” (modo indicativo).

Lo correcto era el subjuntivo. Consultando al tumbaburros se entiende mejor. El indicativo se emplea para referir acciones verificables, concretas, visibles. El subjuntivo, en cambio, habla de situaciones hipotéticas; de posibilidades sujetas a variables de orden circunstancial.

LUISA MARÍA es abogada por la UNAM y tiene una maestría en derecho por la Universidad de California en Berkeley. Estudios no le faltan, inteligencia tampoco.

A su narrativa le faltó “ajuste fino”. Eso que en el vocabulario digital se llama “fine tuning.” En aras de la precisión, pulir sus parámetros para evitar desaguisados. Ese matiz siempre tan necesario que nace del control emocional.

EL TROPEZÓN DE PEÑA

Se recuerda el caso del expresidente tricolor ENRIQUE PEÑA NIETO aquel 9 de septiembre de 2014, cuando participó en la Cumbre de Negocios verificada en el Centro Banamex. En primera fila, la crema y nata de las cúpulas empresariales.

Fue entonces que soltó la frase de «la corrupción es un asunto de orden cultural». Claramente se entendía la intención. Señalar el problema como un vicio muy arraigado; un conjunto de hábitos compartidos. La respuesta en redes y medios fue demoledora. Pusieron en boca de EPN palabras que nunca dijo.

Ese día, frente a los empresarios, su desplante fue muy simplón. Jamás dijo que la corrupción estuviera “en el ADN” de los mexicanos. Ni que fuera algo inherente, intrínseco o (mucho menos) genético. Esto lo agregaron los medios después.

Una sola palabra (“cultural”) desató el escándalo. Sus críticos lo acusaron de calificar la deshonestidad como algo inevitable, propio o natural de la identidad mexicana. Lo cual implicaría un cierto toque de justificación y hasta de resignación.

Y bueno, si después su gobierno fue ejemplo grosero de dicho “mal cultural” es otro cantar. Tema escandaloso que, por cierto, no ha sido castigado en toda su magnitud.

ASESORÍA URGENTE

En aquellos años comenté lo de PEÑA en esta columna, al señalar que el error fue de tres letras. De haber añadido el prefijo “sub” (subcultural) se hubiera ahorrado el escándalo. Vaya diferencia, una vocal y dos consonantes.

Al tipificar la corrupción como “cultural”, la incrustó dentro del conjunto amplio de valores nacionales. Creencias, normas, costumbres, conocimientos, símbolos y prácticas compartidas. Nuestra identidad.

De haber sumado esas tres letras, la corrupción sería una “subcultura”; en referencia a una práctica focalizada, con características particulares que la hacen distinta a la sociedad en su conjunto.

Anomalía diferenciada que no es de aplicación general, ni destino fatal, ni marca de origen. Desviación histórica y nada más, susceptible de ser combatida.

Un simple prefijo habría bastado. Hoy lo recuerdo cuando veo el resbalón de LUISA MARÍA ALCALDE y la estridente reacción de las redes en su contra. Lo que falló fue un tiempo verbal. Una letra cambió todo.

En fin, su alma mater, la UNAM, tiene gente pensante en áreas como lingüística teórica y aplicada, letras hispánicas, lengua y literatura moderna. Sin duda ahí podría encontrar la ayuda necesaria que hoy parece faltarle. En cuanto a PEÑA, la verdad, no tiene remedio.

BUZÓN: [email protected]

WEB: http://lopezarriagamx.blogspot.com