Es lunes, inicia la semana laboral y lo ideal es que se inicie de buena gana, con alegría, sonriéndole a la vida, viendo todo como un nuevo comienzo, una nueva oportunidad de hace mejor nuestro trabajo, ser felices y sonreír.
Todos tenemos problemas, de diferente índole cada quien, unos pequeñas otros mayores, pero lo importante es afrontarlos y no dejar que nos consuman, recordar siempre que todo en esta vida, menos la muerte, tiene solución, y para encontrar soluciones se debe estar bien. Por lo tanto, sonría, hoy es un buen día.
Además, una sonrisa no tiene precio, y, sin embargo, su valor es incalculable, da valía a quienes la reciben y a quienes la dan, además el beneficio que tiene el sonreír es mucho más grande de lo que se puede imaginar.
Aparte, nadie es tan rico que no necesite que le regalen una sonrisa y nadie tan pobre que no pueda obsequiarla.
La sonrisa es el idioma universal, es el lenguaje de la amistad, del amor, no distingue credos, colores, ideologías o condiciones sociales, tiene la fuerza para lograr lo que a veces las palabras no consiguen.
Una sonrisa no tiene tiempos ni espacios, llega a la menor provocación de alegría, felicidad o hasta de un recuerdo divertido. No solo es una expresión de placer es alimento para el alma.
Bien dicen que al mal tiempo buena cara, porque cuando un rostro se ilumina con una sonrisa da paz, tranquilidad, acaba con enojos y ayuda a que se olviden problemas, aunque sea momentáneamente.
Cierto, en estos tiempos no hay muchos motivos para sonreír, la alegría se borra a la hora de que no alcanza el dinero para adquirir todos los útiles escolares, pagar la despensa, el agua, la gasolina, la luz, el gas, en algunos casos las cuotas escolares o cubrir colegiaturas.
Los enemigos de las sonrisas son la crisis, el desempleo, la inseguridad, la desigualdad, las injusticias, el desamor y todo aquel sentimiento que genere odios, rencores, pero, aunque la se tengan malos momentos a la vida se le deben arrancar destellos de felicidad y sonreír.
Con todo y los desencantos se debe aprender a sonreír porque de por si este mundo ya es complejo y si se le muestra mala cara nos mirara aún peor, en contra parte, si sonreímos la vida nos puede sonreír.
Claro que es difícil sonreír cuando hay tristeza y dolor, pero una sonrisa es una luz en la ventana del alma que atenúa los pesares y termina con tempestades emocionales.
Una sonrisa, por más pequeña y tímida que sea, vale más que mil palabras y está comprobado medicamente que es curativa, en muchos centros hospitalarios ya practican la risoterapia, los doctores de la risa no solo curan el cuerpo, sino que alivian el dolor del alma y muestra una nueva manera de ver la vida.
Científicamente se ha comprobado que la risa franca, la carcajada, aporta múltiples beneficios, rejuvenece, elimina el stress, las tensiones, ansiedad, depresión, da felicidad, motiva y ayuda en pausas para analizar mejor los problemas y encontrarles salida, mientras reímos liberamos gran cantidad de endorfinas responsables de la sensación de bienestar.
Pues la risa da aceptación, comprensión, empatía, alegría, creatividad, relajación, abre los sentidos y ayuda a transformar las pautas mentales, vence miedos, llena de luz, mejora el sentido del humor y hace que se ve la vida con positivismo.
Entonces, porque no sonreír, darle al tiempo buena cara, recuerde que la sonrisa es una riqueza sin límites, es un cheque al portador, es el conducto a nuevas amistades, arregla diferencias, alivia malestares, alimenta el alma y hace sociedades afables.
Sonreír no cuesta, pero su valor es incalculable. Sonría, hay motivos…