Columna Opinión Económica y Financiera.
Dr. Jorge A. Lera Mejía.
La narrativa acerca de la disminución de la pobreza en México entre 2018 y 2024, donde el INEGI reportó que entre 8 y 13.4 millones de mexicanos “salieron de la pobreza” según diferentes cortes estadísticos, efectivamente está sustentada principalmente por el incremento en los ingresos monetarios y el salario mínimo, así como los apoyos sociales. Sin embargo, esta lectura es parcial y omite factores estructurales esenciales:
Salarios e ingresos: avances reales, pero limitados
El salario mínimo pasó de 2,650 pesos mensuales en 2018 a 7,468 pesos en 2024, acumulando un aumento de 110% en seis años, muy por encima de la inflación general promedio en ese periodo, lo cual sí elevó el ingreso neto de los trabajadores formales de menores ingresos e impactó favorablemente en la medición por ingresos de la pobreza.
Los programas sociales como las pensiones a adultos mayores y becas a estudiantes han sido cruciales para aminorar carencias monetarias y mejorar los ingresos familiares.
Canasta básica: encarecimiento superior a la inflación general
La canasta básica urbana pasó de aproximadamente 2,850 pesos en 2018 a 4,719 en julio 2025, duplicando su costo mientras que algunos productos esenciales, como el pan, incrementaron hasta 47% sólo en 2025.
Aunque la inflación de la canasta básica alimentaria fue relativamente moderada (3.6% anual en 2025), el acumulado de varios años, más los aumentos acelerados de ciertos rubros (educación, salud, transporte, alimentos procesados), han erosionado el poder adquisitivo real en los hogares más vulnerables.
Servicios de salud: profundo retroceso
El acceso efectivo a servicios de salud pasó de 16.2% de carencia en 2018 (20.1 millones de personas sin acceso) a 34.2% en 2024 (44.5 millones de mexicanos sin cobertura).
Esta caída histórica se debe a la desaparición del Seguro Popular, la crisis de insumos médicos, el desabasto creciente de medicamentos y el fracaso del Insabi, generando una crisis inédita en la protección social, incluso para quienes incrementaron sus ingresos.
Rezago escolar y deserción educativa
En el ciclo escolar 2024-2025, cerca de 994,000 estudiantes abandonaron las aulas, y la tasa de deserción nacional en nivel medio superior está en 30.9%, con un rezago educativo que se mantiene igual de alto o peor que antes de la pandemia, especialmente en regiones indígenas y rurales.
Las estrategias de permanencia escolar no han cambiado la tendencia estructural del abandono y rezago.
Remesas como colchón de subsistencia
Las remesas, que en 2024 alcanzaron los $64.7 mil millones de dólares y se proyecta que sean de $61 mil millones en 2025, son fuente fundamental de ingreso para millones de familias pobres, y la dependencia de este recurso externo persiste y tiende a crecer ante la debilidad del empleo formal y la insuficiencia de los programas sociales.
Infraestructura y servicios básicos en deterioro
El retroceso presupuestal en dependencias federales, estatales y municipales ha dejado a la mayoría de los municipios sin recursos suficientes para sostener y mejorar infraestructura básica no sólo en salud, sino también en carreteras, agua potable, drenaje y transporte colectivo.
La caída de las aportaciones federales y el desvío de recursos hacia megaproyectos como el AIFA, Dos Bocas y Tren Maya han agravado la falta de inversión productiva en sectores vitales para el bienestar, y las deudas asociadas a PEMEX y CFE han deteriorado aún más las finanzas públicas.
La reducción estadística de la pobreza en México entre 2018 y 2024 está fuertemente determinada por incrementos nominales en ingresos y apoyos sociales, pero es engañosa si no se consideran:
- El encarecimiento extraordinario de la canasta básica,
- El deterioro del acceso a salud y medicamentos,
- El rezago y abandono escolar persistente,
- La dependencia creciente de remesas,
- La degradación de infraestructura y servicios públicos esenciales.
- El incremento de la economía informal y los trabajadores sin prestaciones que supera el 54.6% al empleo formal.
- La persistencia de la inseguridad en la mayor parte del territorio mexicano, con énfasis en extorsiones, secuestros y desapariciones forzadas.
- La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) indica que la percepción de inseguridad ha aumentado de manera constante, alcanzando un 63.2% en el segundo trimestre de 2025. Este dato es superior al 59.4% registrado en el mismo periodo de 2024 y al 61.7% reportado en el primer trimestre de 2025.
La pobreza multidimensional persiste y, en varias dimensiones, se ha agravado o estancado, lo que desmonta el dato del INEGI que sustituyó las otroras evaluaciones puntuales del desaparecido CONEVAL, con cambios en las políticas y métodos de cálculo, por ello, es menester considerar otras evaluaciones para respaldar al presente discurso oficial y exigir una visión más profunda y crítica de los retos estructurales de México…