La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
Humberto Valdez Richaud, conocido en el submundo del hampa, como el Betico, anda desatado en Reynosa, Tamaulipas. Desde la Oficina Fiscal en esa ciudad, realiza un tejido político que fuera plausible si estuviera en sintonía con el del gobernador, Américo Villarreal Anaya; pero no: lo está articulando, con lo más negro de la comunidad reynosense: panistas, cabecistas y colaboradores del alcalde Makyito Peña Ortiz.
Desplazó la eficiente maquinaria de Marcelo Olán -anterior titular de esa dependencia- y la reemplazó con gente de un variopinto, ligada a Cabeza de Vaca y a los Makyiavélicos.
¿Para quién trabaja el Betico?
¿Para Villarreal Anaya?
No.
¿Para los reynosenses?
No.
¿Para la IV T y su Segundo Piso?
No.
Opera para sí y para los adversarios del gobernador.
¿O qué función cumplen los amigos de Makyito y Cabeza de Vaca en la Oficina Fiscal?
¿Acaso decidieron sumarse a la IV T?
Nunca un conglomerado político había hecho tanto daño a la IV T en Tamaulipas, como el que capitanea Maky y el que comanda Cabeza de Vaca. En ellos, se condensan los proyectos sociopolíticos más aviesos y conservadores. Añaden una perversión reprobable: son los más señalados presupuestívoros de la región.
Se infiere: Betico quiere revitalizarlos, para que lo auxilien a obtener la candidatura a la presidencia municipal.
Valdez Richaud no tiene memoria, ni honra la amistad. El entonces gobernador, Tomás Yarrington Ruvalcaba, lo hizo candidato a la alcaldía de Reynosa. Por circunstancias, más allá de la geografía local, habría de entregar el poder al PAN dejando a su amigo con un palmo de narices.
Jamás comprendió que no fue víctima del gobernador; fueron los factores nacionales, los que lo hicieron polvo.
Tan no lo entendió, que acusó a Yarrington de traidor.
Durante años ha rumiado los resultados de esa elección.
Cierto: Reynosa, requiere un cambio de rumbo para superar la herencia negra de la familia Peña Cantú; para dejar atrás, un gobierno que privilegió sus intereses económicos por sobre los de la ciudadanía; para superar, el desdén oficial por los problemas del pueblo.
¿Se podrá lograr ese anhelo ciudadano, si pretende cogobernar con los causantes del doloroso atraso de la ciudad?
Reynosa, necesita un renovado liderazgo.
Un personaje, que alimente la esperanza.
Ni más ni menos: un alcalde con sentido social, no un payaso.