Columna Opinión Económica Especial.

Dr. Jorge A. Lera Mejía.

El motivo declarado por Donald Trump para desplegar dos submarinos nucleares cerca de Rusia fue responder a las declaraciones “altamente provocadoras” del expresidente ruso Dmitri Medvédev, quien actualmente es vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia. Trump afirmó que esta medida es una advertencia y una acción disuasoria ante lo que consideró como amenazas verbales que podrían ser algo más que simples palabras.

Trump señaló que “las palabras tienen un gran peso y, frecuentemente, pueden desencadenar consecuencias inesperadas”, justificando así el movimiento de los submarinos como una forma de mostrar determinación militar frente a la retórica rusa. Medvédev había publicado mensajes advirtiendo que los ultimátums de Trump a Rusia sobre la guerra en Ucrania representaban “un paso hacia la guerra, no solo con Ucrania, sino con Estados Unidos”.

No hay evidencia pública de un motivo oculto distinto al explicado oficialmente; todas las fuentes coinciden en que la acción busca disuadir a Rusia ante el riesgo de intensificación del conflicto y subraya la importancia de la comunicación responsable para evitar un escalamiento militar no intencionado.

Trump no detalló si los submarinos cuentan con armas nucleares ni sus posiciones exactas, dados los protocolos de seguridad militar de EE. UU.. La medida coincide con una escalada de tensiones por Ucrania y fue comunicada por Trump como parte de sus esfuerzos para presionar a Rusia a buscar una tregua en ese conflicto.

CONFLICTO RUSIA – UCRANIA:

La tensión militar en Ucrania ha generado un impacto devastador tanto a nivel humano, económico como geopolítico. Actualmente, los ataques rusos han cobrado la vida de al menos 13,580 civiles y, solo en el primer semestre de 2025, se registró un aumento del 54% en las víctimas civiles respecto al año anterior, resultado de la intensificación de bombardeos y el uso de armamento pesado como misiles de racimo. La población civil enfrenta miedo constante y deterioro en su calidad de vida debido a los ataques continuos y desplazamientos masivos.

Económicamente, la guerra ha significado pérdidas estimadas en más de 150,000 millones de dólares para Ucrania. El país invertirá alrededor de 43,200 millones de dólares en su ejército en 2024, mientras Rusia planea gastar 112,000 millones, lo que representa una clara desigualdad y agudiza la dependencia ucraniana de la ayuda occidental. El desgaste humano es igualmente grave: Ucrania tiene dificultades para reponer efectivos y la escasez de reclutas provoca preocupación sobre la resistencia futura.

Esta prolongada situación afecta la seguridad alimentaria global —por el bloqueo de exportaciones de grano—, incrementa los costos energéticos en Europa y genera crisis de refugiados, con más de 7.3 millones de ucranianos fuera del país y otros 7.1 millones desplazados internamente. Además, las presiones internacionales por negociar o endurecer sanciones, como el reciente ultimátum estadounidense, reflejan un entorno diplomático cada vez más incierto.

La tensión creciente, la carrera armamentista y el apoyo militar externo han colocado a Ucrania bajo una presión extrema, tanto en el frente militar como en la estabilidad interna y regional, con consecuencias directas para la paz y la economía mundial.