Reflector/Gilda R. Terán.

Este adagio marinero ya tradicional expresa un buen viaje y navegación a quien emprende
un viaje por el mar, es decir un viaje con “buenos vientos y aguas tranquilas”.
Pero más allá de este sentimiento marino, el deseo es buena suerte y un viaje placentero
para los viajeros en cualquier embarcación, y pues hoy por hoy la ciudad de Matamoros se
convierte en una nueva Frontera Marítima.
En esta ciudad fronteriza el Gobernador Américo Villarreal Anaya, arrancó con
operaciones del Puerto Norte, lo que convierte en una puerta segura para el comercio
exterior, ya que esto consolida el crecimiento de la ciudad de Matamoros.
Se dio el inicio con el embarque de los primeros vehículos que ingresaron al buque
«Integrador», anclado en el muelle del puerto, y el almirante José Barradas Cobos,
subsecretario de Marina Mercante, otorgó concesión certificada para operaciones
portuarias.
Por lo tanto, ahora Tamaulipas es una nueva frontera marítima de México, y los
empresarios Mota Engil, Javier García Bejos, director de Proyectos Especiales
Latinoamérica, reconocen el trabajo incansable del Gobernador de impulsar el desarrollo
económico de Tamaulipas.
“CÓMO EL AVE FÉNIX”.
En lo particular me deja lecciones de esperanza el mito del “Ave Fénix”, en las
cuales el maravilloso poder de la resiliencia, nos inspira con herramientas para desarrollar
esta competencia de vida.
Cuentan que esta majestuosa ave según leyendas de varias culturas del viejo continente, en
este legendario país de Egipto, el ave Fénix moría y renacía una vez cada 500 años y para
los egipcios, esta gran majestuosa era Benu, un ave asociada a las inundaciones del Nilo, al
Sol ya la muerte y que, según explicaciones, había nacido bajo el árbol del Bien y del Mal.
Esa criatura fantástica comprendía que era necesario renovar de vez en cuando para
adquirir más sabiduría y, para este fin, accionaba un proceso meticuloso, en primer lugar
esta ave volaba por todo Egipto para construir un nido con los elementos más preciados
como ramas de canela, de roble, nardos y mirra.

Enseguida, acomodada en su nido, entonaba una de las canciones más bellas que los
egipcios ya habían escuchado para luego dejar que las llamas la consumieran por completo,
pero tres días después, el ave Fénix renacía llena de fuerza y poder.
Y posteriormente, tomaba su nido y lo colocaba en Heliópolis, en el templo del Sol para
iniciar así un nuevo ciclo, ofreciendo inspiración al pueblo de Egipto.
Si bien es cierto, que este proceso es semejante a la dimensión psicológica de la resiliencia,
porque nosotros también nos afanamos para emerger de episodios emocionales que en
ocasiones inmovilizan nuestro espíritu.
Pero el ser humano debe aletear con fuerza, y sin temor alguno, para sobrevolar su
universo interior en busca de las ramas de su autoestima, de motivación, de dignidad, y de
la tierra de sus esperanzas para fortalecer su amor propio.
Así como las cenizas de la que emergió el ave Fenix, nunca se las llevo el viento, sino todo
lo contrario, se quedaron ahí en el lugar correcto, así formarán parte de nosotros para
consolidar un ser que renace del fuego mucho más fuerte, y con más sabiduría.
No importa cuántas veces hayas caído, ten presente que está en nuestras manos levantarnos
nuevamente, para recuperar una vez más el sentido existencial, para renovar fuerzas,
aliento y voluntad inspirados en el ave Fenix.
Algo que me queda claro es que la vida puede ser muy oscura en cualquier momento, lo
sabemos, tal vez lo hemos vivido, sin embargo, lejos de claudicar, debemos de enfrentar,
para elegir los mejores colores con los que pintaremos nuestro horizonte.
Sin embargo, todos tenemos un modo muy particular de dar color a nuestra cotidianidad,
me refiero a nuestra actitud para encarar los claroscuros de este diario vivir, y es que según
la psicología podemos echar mano del manejo de las emociones.
Pues se llega el tiempo de activar la resiliencia, este citado entrenamiento consciente y
constante para enfrentarnos de forma positiva a las situaciones adversas, actúa como un
muelle que impulsa la vida.
Es decir, es el arte que nos confiere cierta sensación de control frente a las dificultades, de
tal forma que lejos de quedar eternamente desvalidos por ejemplo como una infancia
injusta, o alguna pérdida dramática o ese fracaso imborrable, tenemos la oportunidad de
elegir colores nuevos con los que se puede dar forma a nuestro existir.

Hasta la próxima
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