Reflector /Gilda R. Terán.
¿Qué acontece si perdemos la vista? cuando carecemos de uno de nuestros sentidos, el
complejo cerebral acciona para compensar esta ausencia sensorial, esto se realiza
remodelando las conexiones neuronales y creando otras nuevas, si perdemos la vista,
nuestro cerebro se las puede arreglar para seguir “viendo”
Esta capacidad de adaptación se le conoce como neuroplasticidad, y no solo se pone en
marcha tras una lesión o pérdida sensorial, sino que también emerge como fruto de la
experiencia y el aprendizaje.
Y es que el poder de la neuroplasticidad tiene más presencia en las personas con
discapacidad visual, ya que, al perder la capacidad de ver, la corteza visual pierde su
función principal, es decir, ya no puede manejar datos visuales como la forma o el color,
pues los ojos ya no pueden captar imágenes y conducirlas al cerebro.
No obstante, esta zona cerebral no queda en el olvido, sino que, como el ave Fénix renace
de sus cenizas y se reinventa, está demostrado científicamente que las neuronas de esta área
empiezan a manejar información de otras modalidades sensoriales, como el tacto y la
audición.
Y por tanto, cuando una persona con discapacidad visual palpa una superficie rugosa,
paradójicamente es su corteza visual la que acciona para procesar esta información, esto
revela que nuestro cerebro se rige por la economía del ahorro y reaprovecha las estructuras
que ya no pueden manejar información visual para otros fines.
Y en un mundo dónde la inclusión y la visibilidad de las personas con discapacidad es más
tangible y necesaria que nunca, debemos ser empáticos de encontrar nuevas vías que les
permitan acceder al mundo que les rodea y es aquí donde la tecnología y la
neuroplasticidad pueden convertirse en aliadas.
Ya que esta es la propiedad plástica del cerebro la que ha llevado a los científicos a intentar
compensar la pérdida de visión mediante la estimulación de otros sentidos, es un desafío
cargado de lógica: según los fundamentos perceptivos, no son nuestros ojos los que ven,
sino nuestro cerebro, además del aprendizaje, la neuroplasticidad influye en funciones
cognitivas clave como la memoria y la atención.
Por cierto, el Gobierno del Estado, a través del DIF Tamaulipas, sigue impulsando a las
personas que portan alguna condición de discapacidad, para apoyarlas en actividades
productivas que eleven su calidad de vida.
En este sentido recientemente, se realizó un majestuoso desfile de artículos elaborados por
alumnos invidentes que asisten a la escuela “Camino de Luz” quienes dan lecciones de
vida con sus historias de éxito para enfrentar la vida aun con sus dificultades visuales.
Con esta muestra de habilidades y talentos de los alumnos, quedó plasmado el desarrollo
táctil, con las obras de artes de las bolsas artesanales elaboradas a base de macramé y
crochet.
La escuela “Caminos de Luz”, cumple una vital función con los alumnos en donde brinda
herramientas para que puedan desarrollar su potencial humano con diferentes habilidades, y
tengan una calidad de vida productiva a través de sus trabajos artesanales.
Aquí en esta capacitación tiene un papel importante la Secretaría de Economía de
Tamaulipas, ya que se comprometió con todos los concursantes a brindar a herramientas de
capacitación, fortalecimiento y promoción para impulsar sus marcas, sin duda alguna los
Mensajeros de la Paz, siguen enarbolando nobles causas.
“DANDO BUENOS FRUTOS”…..
¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?, así, todo buen árbol da
buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos, no puede el buen árbol dar malos frutos,
ni el árbol malo dar frutos buenos. Mateo 7: 16-18.
Y es que bienaventurado es el hombre que confía en Dios y su corazón está en él. Porque
será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y
no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se
fatigará, ni dejará de dar fruto. Jeremías 17: 7-8.
Por lo tanto siempre daremos frutos los que confiamos en nuestro Padre Dios, desde
cualquier trinchera de la vida en que nos encontremos, y con esta oportunidad
fortaleceremos el espíritu de servicio y el amor al prójimo.
Por lo tanto hagamos tesoros en el cielo, donde la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no hurtan ni minan.
Porque donde este nuestro tesoro, ahí está también nuestro corazón. Mateo 6:20,21.
Nos vemos en la próxima.
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