Rutinas y quimeras
Clara García Sáenz

Estaba trabajando un texto para explicarme un poco el por qué un gobierno decide
derribar un complejo llamado Ciudad de las Artes en Nayarit (hecho que por sí
mismo es aberrante), pero, además, destruirlo para construir un estadio de futbol,
lo que es sin duda la mayor manifestación de la estulticia humana, que nadie con
un poco de sensibilidad o sentido común es capaz de comprender; porque ante
todo es un acto monstruoso que exhibe la torpeza de los gobiernos. En eso estaba
cuando leí que en Tamaulipas nuestros geniales diputados en aras de la
austeridad desaparecerán por decreto todos los institutos que existen en el
gobierno como el de la juventud (que nunca ha servido para nada) o el de la mujer
(que se ha dedicado solamente a hacer cursitos y pagar lujos caros a sus
directoras) cosas que podría explicar la decisión del Congreso.
Pero donde se han prendido las alarmas es en incluir al Instituto del
Deporte y al Instituto Tamaulipeco para la Cultura y la Artes (ITCA), dos áreas
fundamentales para la paz social, la convivencia, la salud física y la sensibilidad
espiritual de los tamaulipecos. Una cosa es que no sean eficientes y rindan malos
resultados y otra cosa es pensar en reducirlos al ámbito burocrático porque sale
muy caro mantenerlos.
El asunto no es grave, es gravísimo, primero por la falta de visión y
entendederas de nuestros diputados, entre ellos quien fuera directora del Instituto

Tamaulipeco de Cultura en la época del gobierno de Américo padre y es la
encargada de la comisión de cultura en el Congreso del estado.
En segundo lugar, porque Tamaulipas muestra un retroceso en materia
política y administrativa al reducir a una simple dirección toda la acción misma del
deporte y la cultura, que no son actividades lúdicas ni recreativas, sino un
entramado de personas, recintos, públicos, artistas que necesitan presupuestos
propios e independencia financiera para ser eficientes.
Tercero, contradicen la política de la federación que ha llevado a niveles de
Secretarías de estado a la cultura y las mujeres; mientras que en Tamaulipas
reducen con ese decreto sus ámbitos de desarrollo y atención social.
Hace algunos meses escribía en este mismo espacio a cerca de la
necesidad de que el ITCA desapareciera por su entramado burocrático que no le
permite ser eficiente, discutiendo la necesidad que se creara la muy justificada
Secretaría de cultura.
Ahora esa posibilidad se aleja y ante la incapacidad de resolver los
problemas de la política cultural, cuyos desaciertos han sido innumerables, la
propuesta del Congreso es que las Secretarías correspondientes se harán cargo
de atender los temas de los ya agonizantes institutos, que morirán en 90 días
según ha quedado estipulado en el decreto. Pero yo no veo que la secretaria de
Bienestar Social, (quien debe de tener gran sensibilidad hacia la cultura y las artes
debido a sus antecedentes universitarios), se vaya a dar tiempo para administrar
las políticas culturales cuando se la pasa repartiendo despensas o cobijas según

la época del año y asistiendo solamente a los eventos culturales de la pinacoteca
donde se reúnen muy a menudo las señoras de alcurnia.
No ha podido nombrar siquiera a alguien en la dirección del Museo
Regional de Historia de Tamaulipas, aunque si nombró a una pintora incipiente
como directora de la Casa del Arte haciendo a un lado a una experimentada
maestra que estuvo encargada del recinto, la recién llegada es una
recomendación de las tías del gobernador. Además de que sus colaboradores en
Bienestar afirman que todo lo debe consultar en las oficinas de la Calzada de
Tamatán.
Podría seguir con esta lista de equívocos, pero quiero terminar esta
dolorosa columna recordando que en el Plan Estatal de Desarrollo de Tamaulipas
2023-2028 se ocupan 19 páginas para desarrollar objetivos, estrategias y acciones
en torno al fomento de la cultura y las artes, de los cuales a mitad de sexenio no
se han cumplido ni el 50%, por eso es urgente que tanto el Congreso de estado
como el mismo gobierno estatal aclaren qué están pensando hacer cuando
desaparezca el ITCA además de quererse ahorrar unos pesos; justificación
lamentable cuando se trata de la cultura, el arte y el humanismo en un gobierno de
izquierda cuya esencia ideológica siempre ha sido el fortalecimiento de estas
áreas, que en el pasado eran vistas como decorativas, elitistas y suntuarias de las
que se podía prescindir cuando se necesitaban recortes presupuestales.
Sin duda, el peor error que un gobierno puede cometer es quererse ahorrar
en cultura, porque en este asunto se juega la esencia social del pueblo.

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