Antier que fue el Día Internacional del Chiste y aquí se hizo una analogía de la celebración con la actitud de muchos políticos de ocasión, del tema, una amiga nos dice entre risas, “¿qué te hace la sufrida clase política?”, obviamente lo dijo de manera sarcástica.

Luego asentó, “si son un verdadero chiste la mayoría, solo que esos más que risa dan tristeza”, y como el motivo de la reunión era más de festejo que de mortificación ya no se hicieron más comentarios al respecto, pues los chistes del acontecer diario o de algunas anécdotas u ocurrencias alegraban el momento.

Ya pensándolo seriamente, lo real es que en lo personal no se tiene alguna diferencia con algún político, de hecho, tenemos muchos buenos amigos, y de todos los colores, que andan en esos menesteres, pero ni las ideologías políticas, sexenios o trienios, definen las amistades.

Una verdadera amistad aguanta hasta la crítica a la función o desempeño como políticos, además los buenos políticos saben que los puestos son pasajeros y las buenas amistades son para siempre.

Y claro que hay políticos buenos, malos y peores, pero estos últimos en lugar de quejarse por un comentario u observación deberían de analizar cuál es la situación que prevalece en su administracio0n, la gente no se queja solo por quejarse, además, trabajo mata cualquier dicho, si todos cumplen con su responsabilidad, no faltan a sus promesas de campaña ni a sus decálogos partidistas, pues recibirán aplausos, incluso luego de que terminen la administración pues la gente tendrá buenos recuerdos de su gestión.

Los puestos son para hacer amigos, lo malo es que muchos hacen enemigos, pero la vida da muchas vueltas y nuca saben los encumbrados cuando necesitarán de amigos verdaderos, de esos que dejaron abandonados cuando se encumbraron. Y si, el tiempo, y en ocasiones las circunstancias, cobran las afrentas de los malos políticos y no habrá quien les defienda.

Cuando se está en el poder todo es bonito, escuchan lo que quieren escuchar, leen lo que quieren leer, ven lo que quieren ver, dicen los que quieren decir, pero pocas veces se dan cuenta que todo es momentáneo, que como tratan serán tratados, o quizá peor.

En fin, la situación es que ya no hay sufrida clase política, antes se decía que quienes entraban a ese juego deberían tener la piel bien gruesa para aguantar todo tipo de críticas, incluso que les sacaran a relucir si de niño se quedó con la canción de algún compañerito o de qué color eran las enaguas de su abuelita.

Esa clase de políticos está en extinción, los de ahora se quejan de todo, no aguantan nada, no quieren que les hagan observaciones por su mal de empeño, bueno, ni siquiera aceptan una crítica constructiva y de todo quieren sacar provecho.

Se les olvida cuál es su función, que el pueblo está para que le cumplan no para aplaudirles lo que hacen porque es su obligación, para eso fueron electos.

De hecho, tampoco deben de vivir en la queja, culpando siempre a las administraciones pasadas, ellos sabían muy bien cuál era la situación y aun así pelearon por llegar, sus discursos por lo general siempre son que lo malo por lo bueno van a cambiar.

No es que se quiera que toda la clase política sea sufrida, no, de hecho, es bueno que disfruten los cargos, que realicen su función con alegría, buen humor y de la mejor manera para que cuando caiga el telón, es decir, termine su gestión, sea cual sea, institucional o partidista, la gente les recuerde como la clase de personajes que sabe hacer buena política y están ciertos para que sirve y que no es para servirse de ella.