CONFIDENCIAL

Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.

En tiempos de desastre, no hay discurso que valga más que la acción. Y esta vez, Tamaulipas puede dar fe de que la autoridad supo estar a la altura de las circunstancias.

La tormenta tropical Barry dejó sentir su fuerza con lluvias torrenciales que anegaron comunidades, desbordaron ríos, provocaron deslaves y colapsaron tramos carreteros en buena parte del territorio tamaulipeco, especialmente en la zona centro y sur.

El agua cubrió hogares, incomunicó poblaciones enteras y obligó, tan solo en Tampico, a evacuar a más de dos mil familias. Y sin embargo, la reacción institucional fue inmediata, coordinada y eficaz.

Desde el primer momento, el Gobierno del Estado, encabezado por Américo Villarreal Anaya, desplegó un operativo integral de atención a la emergencia.

“La prioridad es clara: proteger la vida y el bienestar de las familias tamaulipecas”, expresó el mandatario al supervisar personalmente las acciones de auxilio.

En estrecha colaboración con el Gobierno Federal, a través de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina Armada de México, se activaron protocolos de protección civil y se movilizaron recursos humanos, materiales y logísticos a las zonas más afectadas.

Las fuerzas armadas no solo respaldaron con su capacidad operativa, sino también con su presencia solidaria, auxiliando a la población con disciplina y sensibilidad.

Los gobiernos municipales, por su parte, cumplieron un papel fundamental. Cada alcaldía activó sus mecanismos de respuesta, habilitó albergues, organizó brigadas y mantuvo comunicación permanente con la ciudadanía.

La Coordinación Estatal de Protección Civil, junto con sus homólogas municipales, trabajó sin descanso, al igual que los cuerpos de auxilio y emergencia, entre ellos la Cruz Roja Mexicana, cuyos elementos se desplegaron incluso en condiciones de riesgo extremo.

En la carretera Tampico-Victoria, cerrada por deslaves y socavones, se evitó una tragedia gracias a la acción preventiva. En Gómez Farías, donde un autobús de pasajeros quedó atrapado, se dio respuesta inmediata. En Ciudad Mante, Llera, González, Xicoténcatl y otras regiones del sur, la evacuación de personas se realizó de manera oportuna y ordenada.

No hubo omisión, ni pasividad. Hubo, por el contrario, un ejercicio ejemplar de coordinación interinstitucional, donde cada nivel de gobierno asumió con responsabilidad su papel, y lo desempeñó con eficacia.

Desde esta tribuna solemos ejercer la crítica, como debe ser. Pero también es justo reconocer cuando las instituciones actúan con responsabilidad y sensibilidad ante el dolor ajeno. Y esta vez, el aparato gubernamental, en su conjunto, demostró que es capaz de responder con eficiencia, planeación y humanidad.

No es frecuente que ocurra. Por eso debe decirse con claridad: el desempeño de los tres niveles de gobierno y las fuerzas armadas durante la emergencia provocada por la tormenta Barry fue ejemplar.

Ojalá esa capacidad de respuesta no sea la excepción sino la norma. Porque los embates de la naturaleza seguirán llegando. Lo que hace la diferencia es que, cuando lo hacen, el Estado esté ahí: presente, preparado y comprometido.

La tormenta se va, pero deja una enseñanza clara: cuando hay voluntad política, coordinación operativa y sentido humano, la autoridad cumple con su deber más esencial: proteger a su gente.

ASI ANDAN LAS COSAS.

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